Aunque suene ridículo o absurdo, desde este fin de semana tres perros parlantes lo motivaran a que reflexione acerca de temas como la convivencia del hombre, la búsqueda de la paz y el sentido de la vida.
Desde luego que no son perros reales, sino los personajes principales de
Esta producción es una de las tres ganadoras del concurso Escalante Teatral 2010. Este certamen promueve la producción costarricense. Sus organizadores son el Taller Nacional de Teatro y el Centro Cultural de España.
El encargado de la selección es un viejo perro (José Pablo Umaña), otrora un gran can antiterrorista, quien los lleva hasta el límite y los pone a luchar entre sí.
Finalmente, está la figura del humano, un entrenador (Katherine Peytrequín) quien se mantiene al margen de lo que ocurre en casi toda la obra.
El codiciado puesto en el escuadrón desencadena una lucha feroz entre los perros. Odin busca, con su fuerza, eliminar a sus competidores; mientras John John se concentra en alardear de ser un perro genéticamente perfecto y, finalmente, Emmanuel, refugiado entre frases filosóficas, parece mostrar que no le interesa el asunto.
Es así como la puesta de
Para contar la historia, Fernando Rodríguez, director del montaje, ofrece al espectador una propuesta escénica simple, pero capaz de recrear una especie de perrera. Vemos ahí juguetes para perros, huesos de plástico y los recipientes para alimento de mascotas.
El trabajo físico de los tres actores por recrear a un perro es igualmente intenso: se mueven de un lado a otro con gran agilidad, dan giros y emulan algunas conductas de estos mamíferos.
Ese cambio de visión de John John es influenciado, principalmente, por Emmanuel, con sus frases, su análisis y sus reacciones.
Sánchez considera que, en la obra, su personaje evoluciona hasta encontrarle un sentido a su vida; una reflexión que espera la gente se haga al salir del teatro.
“Hay seres humanos que viven como perros, que muerden para lograr un objetivo. La idea es (con la obra) demostrar que somos tan animales que parece que la única posibilidad para tener paz es la muerte”, aseguró Castro.
Finalmente, Rodríguez espera que esta obra de discurso, como la califica él, logre mover neuronas en cada espectador, que piensen si será posible alcanzar la paz en vida o será algo posible solo al morir.