Esta imagen forma parte de la serie Platillos aderezados de realidad , recopilación de imágenes tomadas durante el 2008 en diferentes poblados de Guatemala, como Los Amates, Morales e Izabal (de los más pobres del país). En esos lugares, la desnutrición ha afectado a niños y adultos. Muchos han sido trasladados de urgencia a centros nutricionales para que se los ayude, pero otros pagaron con su vida.
Eso es una pequeña muestra de uno de los tantos rincones centroamericanos donde el dinero falta para las necesidades básicas. Allá, lograr atención médica es un evento difícil y hasta imposible.
Esta es una de las cuatro historias que se expone como parte de las obras de Fotografía documental en la galería de la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Costa Rica.
La pequeña Heidi Ramírez se resguarda en las faldas de su madre. Ella afirma que sus hijas, Heidi y Dilian, no están desnutridas pues las ve “gorditas”. Lamentablemente, su hinchazón es causada, entre otros factores, por la gran cantidad de parásitos que viven en el estómago de la niña, y no por una buena alimentación.
Para esa fotografía usé una cámara digital Canon EOS-1D Mark II N, con una distancia focal de 27 mm, a una velocidad de 1/80 de segundo, en ISO 400. Aproveché la luz natural, aunque, en algunas de las imágenes de la serie, me valgo del flash como instrumento que refuerce el dramatismo de los ambientes. La posproducción es la clásica: cuarto oscuro, temperatura de color, contraste y foco.
Crecí como artista en las aulas de Bellas Artes, y allí nació mi interés por la fotografía. Guardo enorme admiración por los retratos de Arnold Newman y me conmueven las obras de Eugene Smith. No obstante, si debo mencionar influencias, son infinitas: desde las que recibí de todos mis compañeros en el camino, hasta las de mis alumnos. Nunca dejo de aprender.
Tras años de trabajo en áreas de fotoperiodismo, tanto en Costa Rica como en Guatemala, he tenido la oportunidad de ir más allá de mi cotidianidad, de valorar mucho la vida y, sobre todo, de tratar de mostrar –desde dentro de mí y a través de mi equipo fotográfico– historias de personas que merecen ser contadas.
Una de las fotografías de esta serie se publicó años atrás como parte de una noticia ocurrida en Guatemala, pero el caso del pequeño Jordan me animó a mostrar rostros que despierten el interés de la gente por problemas que compartimos como región.
Para algunos puede ser alarmante, pero difícil de visualizar, el dato de que cada 90 segundos pueda morir un niño por causas relacionadas con el hambre en Latinoamérica. La fotografía trasciende las cifras y es capaz de dar caras a esos niños; de mostrar su vida y animar a la reflexión más allá de un espacio geográfico. Me gustaría continuar este trabajo aquí, en mi país, en especial porque es un tema del que muchos hacen juicios sin fundamentos.
Quisiera citar estas palabras de Eugene Smith: “La fotografía es solamente una débil voz, pero, a veces –tan solo a veces–, una o varias fotos pueden llevar nuestros sentidos hacia la conciencia. En ocasiones, las fotografías provocan emociones tan intensas que llegan a actuar como catalizadores del pensamiento”.