L as palabras de la última homilía de monseñor Óscar Arnulfo Romero se grabaron con fuego en la memoria de Centroamérica. “¡Cese la represión!”, exigía al poder en El Salvador, sumergido en el brutal conflicto que marcó su historia. En Costa Rica, un dramaturgo quiso inmortalizar su legado: así nació El martirio del pastor , que vuelve a escena.
La conocida obra de Samuel Rovinski (1932-2013) se estrenó hace 25 años, bajo la dirección de Alfredo Catania y con Luis Fernando Gómez a cargo del papel protagónico.
Este miércoles 17, Gómez volverá a la obra, esta vez como director. La Compañía Nacional de Teatro ofrecerá funciones hasta el 26 de octubre en el Teatro de la Aduana.
Andrés Montero dará voz a Romero en una obra que narra la historia del religioso en los años de la guerra. “El reto es apasionante, pero también es un privilegio”, dice el actor.
“Me parece sumamente interesante por dos lados: en sí mismo, por lo que significa el personaje, y por su dimensión histórica; por otro lado, como actor, significa un gran reto encararlo y encarnarlo”, añade Montero.
Lo acompañan en la obra Rodrigo Durán Bunster y Gerardo Arce, quienes también estuvieron en el montaje original, así como Fernando Vinocour, Roberto Zeledón y Elías Jiménez.
En total, son 24 actores en escena, que representan al pueblo salvadoreño, los grandes terratenientes, los militares y las figuras religiosos involucradas en la conflagración.
De cerca. En El martirio del pastor , Rovinski puso el acento en el conflicto interno que vivía el sacerdote. ¿Cómo pasó de una aparente neutralidad política al compromiso explícito contra las acciones del Ejército salvadoreño? ¿Cómo veía el sufrimiento de los desposeídos desde la iglesia?
La obra abarca su vida desde antes de su nombramiento como Arzobispo de San Salvador, durante el conflicto y hasta su controversial asesinato , el 24 de marzo de 1980.
“Es un texto episódico que hay que ir hilvanando”, cuenta Luis Fernando Gómez. La obra se estructura como un mosaico, con rápidos cambios de escena que fluyen a través de los años. La obra echa mano de proyecciones en el escenario que incluyen material documental, noticias del momento y datos sobre el estado de El Salvador de entonces.
Para Gómez, es un regreso doble a una pieza que lo marcó: “Fue algo fundamental en mi historia artística”, dice el director.
“Guardaba un cariño especial por la obra y el personaje. Fue a raíz de ese montaje que conocí más profundamente a Samuel y nos relacionamos de una manera más humana, más directa, lo cual fue muy gratificante para mí”, añade.
La Compañía Nacional de Teatro eligió la obra para honrar a su autor, aparte de la renovada atención en el personaje. “El montaje de El martirio es una manera especial de recordar y homenajear a Samuel en la dimensión que lo merece.
La obra, un drama histórico de gran factura, habla por sí sola y, por tanto, habla de Samuel como hombre de letras y dramaturgo”, explica el director.
Para Montero, protagonizar la obra implicó el estudio del pensamiento en evolución de Romero y la forma en la que concebía a la Iglesia.
“Al comprender su entorno y su país, tiene un sentimiento de solidaridad y sus primeras palabras son siempre de consuelo para la gente que está sufriendo. Ante la injusticia, él denuncia y reclama”, considera.
Para Romero, un hecho definitivo fue la muerte del sacerdote Rutilio Grande (Vinocour), así como el constante ruego de ayuda de los pobres.
¿Por qué regresar a este personaje justo ahora? Según Gómez, una notoria “amnesia histórica” ha impedido que generaciones más jóvenes valoren el legado del llamado San Romero de América.
“Es vigente el mensaje en un mundo cada vez más carente de solidaridad, cada vez más egoísta, deshumanizado, donde se le pasa por encima a la dignidad, a la calidad de vida de las mayorías por el afán de lucro”, comenta Montero.
En El martirio del pastor , se delinean las fuerzas en conflicto en aquella devastadora guerra civil: los poseedores de la tierra y el dinero, las fuerzas armadas, las masas populares y los líderes políticos.
“Es interesante observar un hecho histórico con la perspectiva que da el tiempo y centrándola en la parte humana de cada uno de los protagonistas que están representados”, considera Rodrigo Durán, quien interpreta al General del Ejército a cargo de las fatídicas decisiones que atizaron los choques armados.
Para el actor, este nuevo montaje permite apreciar los grises, ya distanciado de la oposición ideológica entre facciones de aquella época.
Vivas y punzantes, las últimas palabras de Romero resonarán en busca de una reacción.
Para asistir El martirio del pastor , una obra de Samuel Rovinski de 1987, volverá a escena en el Teatro de la Aduana este miércoles 17 de setiembre. Protagonizan la obra Andrés Montero, Fernando Vinocour, Rodrigo Durán Bunster y Roberto Zeledón. Estará en escena hasta el 26 de octubre. Las funciones serán a las 8 p. m. de jueves a sábado; los domingos, a las 3 p. m. y a las 6 p. m. Las entradas tendrán un valor de ¢5.000 en general y ¢2.000 para estudiantes y ciudadanos de oro.