
En el parque municipal de Las Juntas de Abangares, manos precavidas colocaron una lápida que normalmente pasa inadvertida para visitantes y vecinos. Se trata de un rombo que descansa en uno de sus vértices, y en los otros tres se ven, en relieve, tres rosas británicas; debajo de la rosa superior hay, también en relieve, dos ramos de olivo dispuestos en un ángulo muy abierto. La leyenda “Mina Tres Amigos”, en el centro en bajo relieve, da para pensar que fue la piedra fundacional de esa empresa y otros signos y letras alientan más esa presunción.
Encima del ramo izquierdo, siguiendo su ascenso, se ven las iniciales “CSC” y en el derecho, conforme a su descenso, están las letras “CMS”, cuyos significados esperan ser develados.
Debajo de los ramos, dentro de otro rombo alargado aparecen, en tamaño más grande, las letras “RAC”, que corresponden a las iniciales de Roberto Adeodato Crespi (gerente de la mina); en la parte central del rombo se lee, en letra un poco más pequeña que la anterior, la citada frase, “Mina Tres Amigos”, y debajo de la cual, en letras más grandes que todas las anteriores, en el lado izquierdo están las iniciales MCK que atañen a Minor Cooper Keith y a la par, a la derecha, están las letras WJF, iniciales de Walter J. Ford. Estos tres personajes, junto con otros nacionales y extranjeros, figuraron en innumerables negocios de variada índole en la Costa Rica de entonces.
Simón Malo, en su libro El Zamorano escribió: “Pero quizás la singularidad más notable de Minor Keith fue que tuvo el buen juicio y la fortuna de casarse en Costa Rica en la familia más granada y poderosa. Su esposa Cristina Castro Fernández tenía en su ascendencia y parientes como a cinco presidentes. Era hija del Presidente José María Castro y nieta de Manuel Fernández Chacón, quien fue jefe de Estado. Cristina también estaba emparentada con Próspero Fernández Oreamuno y con el afamado General Tomás Guardia Gutiérrez ambos conocidos mandatarios.”
Complementariamente, en el libro La guerra del oro del historiador Antonio Castillo, se lee que María Cristina y Tulia Castro Fernández, ambas hijas de José María Castro Madriz, estaban casadas, una con Keith y la otra con el inglés Adeodato Crespi, y, a su vez, Victoria Iglesias Castro, hermana de Rafael Iglesias Castro, se había desposado con el también inglés Walter J. Ford Leatherbarrow. Los Iglesias Castro eran nietos, por vía materna, de Castro Madriz.
Tanto Tomás Guardia como varios de los presidentes que le siguieron tuvieron vínculos con Minor Keith, pero no tan profundos como los que el estadounidense estableció con la familia Castro y sus parientes políticos. Esa lápida en Las Juntas rememora el apogeo de sus vidas.
Juicio y fortuna
Parece que en eso de asociarse Mr. Keith efectivamente tuvo “buen juicio y fortuna”. Junto con Andrew Preston, un comerciante de banano, y Lorenzo Baker, un capitán de barco, el legendario constructor de ferrocarriles y productor bananero fundó la United Fruit Company en marzo de 1899. De esa forma, los sectores que constituyen el negocio bananero se unieron para dar lugar a una próspera y poderosa empresa.
Ya en esa fecha la United Fruit Company tenía más de 100.000 hectáreas de banano en Colombia, Costa Rica, Cuba, Nicaragua, Honduras, República Dominicana y Jamaica. Pocos años más tarde adquiriría terrenos para sembrar banano en Guatemala y sus intereses también alcanzaron a Venezuela y Brasil.

Durante una década, al costo de $8 millones y 4.000 vidas (incluyendo las de tres hermanos suyos), Keith unió el Valle Central con Limón mediante la construcción de poco más de 100 kilómetros de línea férrea. Tanto por esa obra como por sus gestiones (por demás onerosas) para normalizar la situación de la deuda de Costa Rica con Inglaterra, Costa Rica proveyó a Keith de toda consideración política y económica, garantizándole su autoridad sobre un territorio de tamaño similar al de Rhode Island.
No todo fue miel sobre hojuelas para Mr. Keith en Costa Rica. En las firmas de contratos, pero sobre todo cuando hizo peticiones de dinero al gobierno en compensación por las pérdidas que, según él, le dejó la construcción del ferrocarril, le surgieron contrincantes o críticos de fuste. Uno de ellos fue el expresidente Manuel de Jesús Jiménez, quien señaló su cercanía con Rafael Yglesias Castro.
Otro de sus acérrimos críticos fue el licenciado Pedro Pérez Zeledón; aunque, anteriormente, Pérez Zeledón, en su condición de ministro durante la administración de Bernardo Soto, había firmado la segunda concesión de terrenos a Keith por más 280.000 hectáreas.
Lo que quedó
A su muerte en 1929, la diferencia entre el deber y el haber de sus negocios y propiedades fue sorpresivamente muy reducida. A partir de entonces surgieron las especulaciones sobre lo que pasó con su (presumible) gran capital. Desde los que atribuyen su “desaparición” a la Gran Depresión del 29 (que se dio pocos meses después de la muerte de Keith) hasta los que presuponen malos manejos de los fideicomisarios o albaceas de su patrimonio.
Keith no tuvo descendientes y su esposa, que había sufrido un accidente durante su estadía en Londres, no era mujer de negocios, según dijo Watt Stewart. Este mismo autor afirma que doña María Cristina vivió los últimos años merced a una modesta mesada y otros gastos que le cubría la United Fruit Company.
En julio del 2015, el fotógrafo costarricense Carlos Beckford, radicado en Nueva York, visitó el cementerio Greenwood, en Brooklyn, donde fue enterrado Mr. Keith. Allí localizó su tumba y le tomó una fotografía que muestra una modesta lápida que, con un leve desnivel, apenas sobresale del césped. Nada advierte al visitante de que ahí yacen los restos de un coloso de los negocios, de un hombre capaz de emprender empresas faraónicas en asocio con quienes tuvieran dinero o poder. La pequeña superficie de la losa solo contiene la información básica del nombre y las fechas de nacimiento y muerte de Minor Cooper Keith. Eso es todo.
Nota del editor: Se corrige la información acerca de Manuel Fernández Chacón, quien fue jefe de Estado y no presidente, como se aseveró en la primera versión publicada.