“No creemos; no queremos creer que Bertheau haya terminado con su tradicional forma de pintar, que siempre hemos admirado tanto, y la cual domina en forma tan completa. Aquellas baletistas, aquellas flores y aquellas magistrales acuarelas de tan fluida composición y armonioso colorido la han consagrado como una de las primeras exponentes del arte nacional. Por eso nos resistimos a aceptar el hecho de que Margarita haya botado todo ello por la borda para lanzarse a la conquista de un nuevo medio de expresión…”, dicta una crítica publicada en noviembre de 1953, sobre la exposición de pinturas de Margarita Bertheau (1913-1975), que hacía poco se había inaugurado en la Alianza Franco-Costarricense, y firmada con las iniciales V. O.
La exposición presentaba 34 óleos de corte geométrico, constructivista y tendiente a la abstracción. El conjunto constituía una ruptura sorprendente de esta artista conocida, incluso hasta hoy, esencialmente por sus paisajes, retratos y desnudos de tradición figurativa y racionalista.
En estas obras nuevas, un dibujo lineal, tenso y esquemático separaba parcelas de colores saturados. Además de su carácter geométrico y tendiente a la abstracción, muchas de las obras expuestas en noviembre de 1953 provocaban una ruptura también en el frente conceptual. Los temas abordados se decantan hacia la alegoría irracional o la representación metafórica, en oposición a la representación objetiva o al menos emotiva de la realidad observable.
Signos, colores y fragmentos de figuras y objetos participan en la construcción de enigmáticas visiones que invitan a ser descifradas por el espectador. Como en Sin título [Pons] , sin fecha (hacia 1953), una gran parte de estas obras contienen extrañas y a veces oscuras alusiones sexuales.
Para 1953, Bertheau era ya una reconocida artista y tenía 10 años como profesora de la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Costa Rica. Expatriada a Cuba cuando niña, había regresado en 1941 a San José para integrar rápidamente, por su espíritu y talento extraordinarios, la intelligentsia josefina de la época. Desde su llegada fue reconocida por su maestría con la acuarela, técnica en el pasado considerada como menor, que la artista revalorizó por completo.
No es de extrañar que ante una ruptura drástica con su estilo y temas habituales, la crítica haya aducido, en 1953, una grave traición de lo que consideraba como la obra tradicional (y mejor) de Bertheau.
A la fecha, se desconoce la localización de estos 34 óleos expuestos en ese año. Sin embargo, las acuarelas preparatorias de los mismos han sido conservadas en una colección particular, lo cual ha permitido un estudio parcial y, sobre todo, una nueva consideración sobre la obra de esta artista.
En el contexto de la investigación preparatoria para la exposición Margarita Bertheau inédita en el Museo de Arte Costarricense (MAC), se descubrió, además, otro fondo de obras que se creía perdido. Se trata de una serie de acuarelas de tendencia expresionista, surrealista y abstracta que fue exhibido en noviembre de 1954 en el Museo Nacional, en conjunto con obras naturalistas de paisaje, retrato y naturaleza muerta.
Así, se han (re)conocido dos conjuntos de obras vanguardistas de Margarita Bertheau, expuestos en 1953 y 1954. A estos conjuntos se agregan otros cuerpos de obra similares y ejecutados en los mismos años, que no corresponden a las listas de obras de estas exposiciones, y que se consideran inéditos.
Vanston y Bertheau: de la geometría a la abstracción
Estos hallazgos obligan a reexaminar, por la fecha de realización de estas pinturas, la historia oficial de las vanguardias en Costa Rica y particularmente aquella de los precursores y fundadores de la abstracción.
En Los inicios del arte abstracto en Costa Rica 1958-1971 , escrito por Eugenia Zavaleta y publicado por el MAC en 1994, se detalla que la abstracción comenzó en Costa Rica en 1958, con las exposiciones de Lola Fernández y Felo García.
Se agrega que la primera exhibición abstracta fue aquella de Fernández, en mayo de ese año. Zavaleta hace salvedad, en una nota al pie, mencionando una investigación de María Enriqueta Guardia que señalaba la exposición de Bertheau de 1953.
Mucho antes que Bertheau, ya la obra de la irlandesa Dairine Vanston (1903-1988), instalada en Costa Rica a finales de los años 20, anunciaba las vanguardias tendientes a la abstracción.
Por medio de reproducciones publicadas en la revista Repertorio Americano entre 1927 y 1929, así como su participación en el Salón Nacional de 1932, Dairine Vanston da a conocer una obra decididamente moderna, heredera de la aproximación geométrica de Paul Cézanne. El abordaje formal de Cézanne conduciría, en Europa de inicios del siglo, al cubismo analítico, al constructivismo, a la abstracción y al futurismo, todas vanguardias llamadas “duras” debido a la violencia formal que implica la deformación, desagregación o desaparición de la figura en la pintura.
El trabajo de Vanston recorre parcialmente algunos de estos caminos de la representación pictórica. Sus paisajes costarricenses y retratos (de los cuales conocemos únicamente reproducciones en blanco y negro) acuden a lo geomético, la estilización o la síntesis de las formas. Otros aluden explícitamente a elementos propios del cubismo de Picasso y Braque, como la transfiguración de rostros en máscaras.
La influencia de esta artista iría, sin embargo, más allá de los trabajos publicados o expuestos. Su biblioteca de libros y revistas de arte de vanguardia se convirtió en sitio obligado de consulta y de discusión por parte de muchos artistas importantes de la época, como Teodorico Quirós, Francisco Amighetti y Max Jiménez. Este último había sido, a inicios de la década de 1920, amigo y compañero artístico de Vanston en París.
Aunque no existen registros de piezas abstractas ejecutadas por Vanston durante su estancia en Costa Rica, la lógica de sus aproximaciones formales se orienta en esta vía. Sus pinturas conocidas de esta época nos permiten establecerla como un referente tempranísimo y sembrador de vanguardias en el arte costarricense.
Más tarde, en 1953, las obras geométricas, constructivistas y de tendencia abstracta de Bertheau atestiguan también el estudio meticuloso de la vanguardia europea de principio de siglo. Por otra parte, su experiencia como diseñadora de escenografías y vestuarios, profesión que ejerció paralelamente a la pintura en Cuba y luego en Costa Rica, fue una referencia estilística decisiva en el desarrollo de estas series.
Si bien algunas de las pinturas presentadas en 1953 y 1954 son de tendencia abstracta, ninguna de las localizadas a la fecha es de abstracción pura. Estas creaciones corresponden a formulaciones semiabstractas, en las que es posible encontrar al menos un mínimo elemento de figuración o un referente visual, como en El incendio , de 1954.
Esta característica es importante, porque nos permite establecer a Bertheau, si bien no como la propulsora de la abstracción, al menos como una importante y temprana precursora.
La pintura irracional
En Mangusita , una acuarela ejecutada por Bertheau en 1954, destacan, sobre fondo negro, tres personajes: un hombre de piel verdácea y gris, cabello azul y vestido negro sostiene a un niño en brazos, mientras que la figura fantasmal de una mujer se posa sobre ellos. Se trata de la propia Margarita Bertheau, abrazada por su padre, quien por razones familiares fue apartado de su hija pequeña. La mujer representa a su madre, fallecida en Cuba cuando Margarita era muy joven. Ambos personajes cobijan el cuerpo desnudo, pequeño y frágil de la niña, en una escena de profunda ternura y melancolía.
Esta acuarela forma parte de una segunda serie excepcional presentada por la artista en una exposición en el Museo Nacional en noviembre 1954. Entonces, Bertheau mostró varias series de pinturas con tendencia expresionista, surrealista y también abstracta. Algunas de estas piezas evocan episodios pasados de su vida, interpretaciones oníricas o simbólicas.
Como la exposición de pintura geométrica de 1953, el contenido de esta nueva muestra se alejaba diametralmente del estilo y sujetos habituales de la artista.
En este año, por consejo de su médico, el doctor Arturo Romero, Bertheau realizó por medio de su pintura la exploración de temas personales y afectivos de su pasado, produciendo obras enigmáticas y cargadas de elementos alegóricos.
Una década antes que Bertheau, otra artista costarricense había incursionado en el registro del universo irracional. Luisa González Feo (1899-1982) empezó búsquedas plásticas de reacción a la representación objetiva y racionalista. Sus Herméticos , por ejemplo, constituyen paisajes rurales poblados de casas sin puertas ni ventanas visibles. Este conjunto, como algunos enigmáticos retratos e interiores, constituye un claro ejemplo de un curioso simbolismo criollo que culminaría, hacia el final de la década de 1950, en una producción de temas fantásticos u oníricos.
Esta evolución en la obra de Luisa González rinde cuenta de una búsqueda orientada a la irracionalidad; sin embargo, a diferencia de Dairine Vanston y de Margarita Bertheau, la modernidad de Luisa González es solo aparente. La mayor parte de su obra es deudora de corrientes anteriores a las vanguardias, como el romanticismo negro y el simbolismo internacional de finales del siglo XIX, y no del surrealismo de André Breton.
Punto de coincidencia entre el trabajo irracional de Bertheau y aquella de González: su naturaleza intimista y personalísima. Ambas abordaron mitologías subjetivas; la primera artista remite a la angustia o la exaltación existencial, la segunda a la espiritualidad y al sueño.
Otras piezas vanguardistas de Bertheau ejecutadas en fechas posteriores han sido localizadas, en número reducido, en el marco de la exposición inaugurada por el MAC. Lo anterior implicaría que esta producción no constituye un episodio excepcional, sino un cuerpo paralelo a su obra naturalista, y aún profundamente desconocido.
Además de Dairine Vanston, Luisa González y Margarita Bertheau, artistas como Emilia Prieto y Max Jiménez exploraron de manera precoz las vanguardias duras y la irracionalidad.
En el caso de Bertheau, el hallazgo de los proyectos y obras expuestas en 1953 y 1954 abren un nuevo campo de investigación sobre las fuentes y repercusiones de su revuelta contra la figuración racionalista.
Apasionada, atormentada, cambiante, fuera de cualquier categoría: la vida de Margarita Bertheau está en el epicentro de su obra. Los nuevos hallazgos confirman que la precocidad de sus búsquedas formales hacen de ella uno de los espíritus más libres e innovadores del arte del siglo XX en nuestro país.
No se la pierda
La exposición Margarita Bertheau inédita es primera gran exhibición consagrada a la artista por el Museo de Arte Costarricense, ubicado en el parque La Sabana. Ofrece 120 obras en acuarela, óleo y dibujo, reproducciones de murales más importantes, así como documentos y fotografías. El museo abre de martes a domingo, de 9 a. m. a 4 p. m. y la entrada es gratuita.