Reportaje original publicado por La Nación el 28 de junio de 1971.
La restauración de las pinturas del Teatro Nacional es un trabajo en grande. Cuesta más de medio millón de colones y se trata de superficies pintadas por grandes maestros del siglo pasado y de gran dimensión.
No obstante, la sutileza con que deben realizarse los trabajos, puede quedar explicada en el tipo de herramientas que vimos ayer en manos de los restauradores estiletes, espátulas diminutas, resina, cordeles, fina manta y una plancha como cualquier otra.
Conforme lo ha divulgado ampliamente La Nación, la junta directiva del teatro contrató los servicios del Instituto Nacional de Restauración de Madrid y recientemente llegaron a San José los primeros especialistas.
Actualmente se hallan desempeñando la delicada labor, los técnicos Roberto Arce y Francisco Arquillo, ambos españoles de reconocida experiencias en el ramo.
Acaba de salir hacia Mexico el señor Rafael Cabrera y para el próximo mes de agosto llegarán dos señoritas del instituto español.
La labor para realizar es dura. Comprenderá más de ocho meses de trabajo y consiste en restaurar, simplemente restaurar, tres óleos antiquísimos que tienen algunos daños por causa del tiempo y el clima.
Sin embargo, la cosa no es tan simple como podría creerse.
Por el momento solo se está trabajando en la restauración de las tres pinturas de foyer; tres óleos de más de 10 metros cuadrados que fueron pintados por Vignami en 1889 y cuyo valor es -eso sí es simple- incalculable. Las pinturas representan el tiempo. Se titulan: “La aurora”, “El día” y “La noche”, y están adheridas al cielo raso del foyer a más de nueve metros de altura.
Según explicaron los técnicos Arquillo y Arce, después del estudio detallado de los cielos, de los lienzos, de los baños y después de captar numerosas fotografías detalladas de los puntos donde se centrará su labor de restauración, deben proceder a colocar una manta protectora en el lienzo, la cual se adhiere por la parte exterior con el fin de que cuando se proceda a despegarlo, no se produzcan quebraduras.
Esta tarea de proteger los óleos es importantísima, porque luego habrá que proceder a la verdadera restauración con las pinturas colocadas en el suelo y ésta se realiza fácilmente si el desprendimiento fue exitoso, es decir, si cuando se arrancó el lienzo no hubo mayores daños.
Cuando termine la actual fase de protección, los lienzos se colocarán en el suelo y serán montados en una plancha de fibra de vidrio, con el propósito de que las obras estén más protegidas y no sufran las contracciones y expansiones a que está expuesta la madera.
Los daños que tienen serán reparados y repintados con tal delicadeza que resultarán inadvertibles.
Efectuada esta etapa, se procede a restablecerlos en sus marcos originales, sujetándolos por la parte de atrás.
La restauración del foyer demandará más de ocho meses y por el momento no se ha hablado de una ampliación del contrato, pero tan valiosas como las pinturas del foyer, quedan la “alegoría costarricense” de la escalinata y la “pintura celestial” de la cúpula de la sala principal, que están igualmente dañadas.
Los restauradores indicaron que todo marcha muy bien y que no han tenido ningún problema por falta de materiales, los que han importado directamente de España, Estados Unidos y Holanda.