En el Teatro Alternativo y de la Memoria nadie se sienta en su mecedora a esperar que la vida le cierre el telón. Desde hace 10 años, en este grupo artístico los adultos mayores son los dramaturgos y protagonistas de sus propias obras.
Emma Zúñiga, quien es filóloga y tiene 69 años, es una de las integrantes de este grupo; ella llegó al teatro hace cinco años por curiosidad y en la actualidad es el vivo ejemplo de que se puede volver a la academia, sin la premura de la juventud y con la serenidad y la experiencia que le dan los años.
En este mes de la persona adulta mayor, ella y Mary Nieves Barahona, facilitadora y directora del Teatro Alternativo y de la Memoria, demuestran que no hay edad para convertirse en artistas. Fue Barahona la que, en el 2014, le propuso este proyecto a la Universidad de Costa Rica (UCR), luego de acumular 10 años de experiencia en espacios actorales dirigidos a personas mayores de 40 años.
Sus 19 actores son parte del Programa Integral del Adulto Mayor (PIAM) de la UCR. En su acervo ya se suman obras sobre la guerra civil de 1948, el tranvía de San José o montajes relacionados con mujeres pioneras en Costa Rica. Para trabajar con ellos, implementa una metodología basada en recuerdos y testimonios, en la que los participantes van construyendo sus propias propuestas escénicas. Cada ensayo empieza con dinámicas de calentamiento y luego con la selección colectiva de temas.
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Cuando ya han elegido la línea temática, los talleres se centran en la redacción y, posteriormente, en el montaje escénico. Según afirma la facilitadora, se utiliza mucho la improvisación para hacer más fluido el trabajo creativo.
“Todo siempre se hace pensando en que lo que estamos haciendo tiene que ver con sus vivencias. También se trabaja el autoestima y se rompen los estereotipos sobre la vejez, al presentarnos en comunidades y mandar un mensaje a la sociedad”, comentó Barahona.
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Algunos de los miembros actuales son parte de la agrupación desde que empezó, allá en el 2014, aunque la mayoría se fue sumando a lo largo de la última década. “Tengo como tres camadas: gente que todavía no es adulta mayor, adultos mayores y personas de muy avanzada edad. Para mí es muy interesante, hay que ir buscando un equilibrio en el que todos se vayan acompañando”, agregó la instructora.
En este semestre, los integrantes de la agrupación son: Gabriela Alejandro, Sonia Bonatty, Flora De Carrillo, Floribeth Castro, Leda Castro, Elizabeth Chaverri, Mayrene Esquivel, Lilliana Godínez, Marina González, Hector Hernández, Iris Meneses, María Eugenia Mora, Ana Morales, Lourdes Peña, Roberto Porras, Roxana Robert, Rodolfo Salazar, José Villalobos y Emma Zúñiga.
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Barahona recuerda que la pandemia fue un periodo retador y muy interesante para el proyecto, pues no todos los miembros tenían las herramientas para la virtualidad y sus integrantes eran una de las poblaciones con mayor riesgo ante la covid-19. No obstante, destaca el apoyo que les dio el PIAM, que capacitó a los facilitadores para continuar con los talleres.
“Muchas de las personas que se conectaban estaban solas en sus casas. Era el ratito que tenían no solo para aprender, sino también para compartir con otros. Entonces el tiempo se nos iba muy rápido. Quienes ya no están con nosotros, por lo menos sí están en nuestros recuerdos”, rememoró.
Volver a la universidad para disfrutar con calma
Emma Zúñiga, una de las actrices, recuerda que hace algunas décadas, mientras cursó su carrera, tuvo que trabajar y atender a sus hijos, por lo que ve esta etapa como una segunda oportunidad para volver a la universidad y disfrutarla con más calma. En este regreso ha llevado cursos como administración, japonés, escritura creativa, filosofía y literatura.
Aunque siempre tuvo una inclinación por las artes escénicas, nunca había hecho teatro de una manera formal. Fue hasta que llevó un taller de narración oral en la UCR que se animó a matricularse en teatro, en el 2019.
“Cuando llevé el primer curso de teatro dije: ‘Termino este curso y de ahí quién sabe’, porque había compañeros con muchas habilidades y yo siempre he sido muy tímida. Pero bueno, uno se va enamorando del teatro, y lo que tomé como algo pasajero ya lleva cinco años”, revivió Zúñiga.
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Una vez terminó los cursos formativos, Zúñiga se unió al grupo en el 2021. Ha participado en varias creaciones, entre las que destaca un monólogo que evocaba el programa radiofónico del personaje Rafael Aguilar, el cual tenía como tema de presentación Ventanita Morada, de Joaquín Pardavé.. “Ay, ventanita morada, cubierta d enredadera, quién escalarte pudiera, para ver a mi adorada”, dice la letra.
También recuerda con orgullo su participación en la obra sobre mujeres pioneras costarricenses, en la que trabajó la historia de su tía abuela paterna, la maestra rural Isabel Zúñiga.
Aquella antecesora, según Zuñiga, cometió el “pecado” de ser madre soltera en una sociedad castrante y censuradora. No obstante, logró saltar ese obstáculo que le puso la sociedad y trabajó en lugares remotos a los que solo se podía llegar a pie o a caballo.
“El teatro me dio la oportunidad de trabajar la historia de ella, a quien admiré mucho y con quien compartí, porque vivió hasta los 93 años”, comentó.
La filóloga considera que el grupo se sostiene por las relaciones interpersonales, el compañerismo y respeto por las distintas visiones. Afirma que los vínculos emocionales son fundamentales y que siempre tienen presentes a sus compañeros que fallecieron.
Para Zúñiga, el camino de convertirse en artista en la tercera edad ha sido fascinante, y agradece que existan espacios en el que no exista la exigencia de ser actores consagrados y poder aprender a expresarse creativamente.
“Siempre conversamos con tres o cuatro compañeros de que en la primera clase nos quedamos paralizados, pero poco a poco fuimos venciendo esos miedos. En algún momento alguien nos dijo: ‘Ustedes tienen que creérselo, son actores y actrices’. Es muy satisfactorio vivir esa experiencia, compartirla con el público y dar el mensaje de que es posible con compromiso y entusiasmo”, finalizó.