En febrero del 2014, el Museo de Arte y Diseño Contemporáneo (MADC) celebró sus primeros 20 años de existencia formulándose preguntas que le resultaban cercanas y necesarias, todas ellas en torno a una misma inquietud: ¿qué significa ser contemporáneo?
Casi dos años exactos después, el ingreso de dos nuevo curadores al MADC dio pie a que esa misma cuestión fuera objeto de estudio. Desde que Adriana Collado y Daniel Soto asumieron, a dúo, las riendas del trabajo curatorial del museo, han trabajado en búsqueda de una respuesta.
El resultado de su trabajo de investigación y curaduría se llama Con Tempore: Eternamente presentes , una exposición que exhibe parte de la colección permanente del MADC.
Tal como reza uno de los afiches introductorios de la exposición, en un sentido estricto –y dictado por la Real Academia Española– se entiende por “contemporáneo” lo que existe en el mismo tiempo que otra persona o cosa, o que es relativo a la época en que se vive. Sin embargo, ¿es el tiempo la única limitante para entender la contemporaneidad? Descifrar esto fue el reto con que toparon los curadores de primera entrada.
Una fotografía de José Díaz, titulada ‘Carlos Alberto’, parte de la serie ‘Vanguardia popular’, realizada junto a la poeta María Montero. Marcela BertozziLa muestra se abrió al público, de forma parcial, el pasado miércoles 11 de mayo, durante el Art City Tour. Sin embargo, su estreno formal será el próximo jueves 19 de este mismo mes.
Antes, ahora
La piedra sobre la que se construye Con Tempore es, en efecto, la interrogante sobre qué es ser contemporáneo. Collado y Soto intentaron encontrar una respuesta mediante el establecimiento de diálogos entre distintos exponentes de la contemporaneidad; diálogos que, en cualquier caso, no se limitan por el tiempo ni por la temática, sino por algo mucho más sutil: la vigencia en el presente.
“¿Todos los artistas vivos que producen ahora mismo están haciendo arte contemporáneo? No. ¿Los que ya murieron dejan de ser, automáticamente, contemporáneos? No”, opina Adriana. “En ocasiones, un artista contemporáneo puede dialogar mucho mejor con una obra de un artista que ya no está vivo”.
“El tiempo de las obras no es, necesariamente, el mismo que el de los artistas”, cuenta, por su parte, Daniel.
“Apropiándonos del concepto del escritor argentino Jorge Luis Borges sobre qué hace que un libro sea un ‘clásico’, creemos que una obra de arte contemporáneo es aquella que tiene el poder de seguir presente entre nosotros porque le habla a nuestra época como si viviera en ella”, explican los curadores. “Hay, por tanto, obras que trascienden el tiempo de su autor y conversan con las nuevas generaciones”.
Enrique Chagoya se apropió de la Catrina, de Guadalupe Posada, en su obra ‘La muerte linda’. Marcela BertozziAsí, la exposición se construye a partir de las relaciones entre los artistas presentes en la colección y los referentes que han tenido estos a lo largo de la historia del arte. Esto se traduce en dos líneas de lectura: el artista presente y el artista referenciado.
Es casi como si se tratara de un libro con anotaciones al pie de página, algo que incluso se puede apreciar literalmente en el espacio físico: en la pared se puede apreciar la obra; al pie de esta, una referencia.
Esto evidencia una mejoría importante para el MADC: la inclusión de Osvaldo López López como museógrafo es un testamento de que en la exposición no solo pesa el fondo sino la forma. Como opina Daniel, la museografía no es el resultado de la investigación curatorial, sino parte integral de esta.
Reproducción de la Catrina de Guadalupe Posada, originalmente un grabado de 1913. La reproducción es un préstamo del Instituto Cultural de México. Foto: Marcela Bertozzi.“Quisimos trabajar en complicidad, los curadores y yo, para producir exposiciones envolventes”, cuenta López López.
En efecto, la museografía adquiere una importancia notable para poder experimentar la obra de forma completa: en cada sala existe una estación didáctica en donde se encuentra el material referenciado en la cédula de cada obra expuesta.
“Las estaciones didácticas son casi como bibliotecas, en las que el visitante puede realizar sus consultas sobre los referentes que ha tenido alguno de los artistas que forma parte de nuestra colección”, explica Solano.
La presencia de este material didáctico, confían los curadores, servirá para que los visitantes ahonden en tantas referencias como deseen, realizando cada quien su propia exploración de las relaciones entre distintas obras y distintos tiempos.
Collado subraya que el interés del equipo curatorial era presentar una colección con un “alto contenido didáctico y que se visite como un archivo abierto, con las obras de nuestra colección permanente como tema central y múltiples ‘hipervínculos’. Los enlaces posibles pueden ser infinitos. Nosotros damos un par. El visitantes tiene muchas más posibilidades de seguir explorando”.
En cada estación didáctica hay cuentos, libros de teoría, pasajes de novelas. También hay afiches publicitarios, portadas de discos de música o un televisor que muestra un importante episodio de la serie de animé Dragon Ball Z.
‘Guía práctica para incursionar en el campo de la soledad’, de Guillermo Tovar (2000). Foto: Marcela Bertozzi.En Con Tempore no se tomaron en cuenta referencias a obras de cine o películas en concreto, que contarán con su propio ciclo, aunque las fechas de este no se han definido todavía.
Hilos conductores
Uno de los ejemplos más claros sobre las relaciones entre distintos artistas ocurre con una serie fotográfica de la artista costarricense Cynthia Soto. Las seis imágenes proyectadas exponen la misma composición en distintos momentos del día. Soto quería estudiar los efectos de la luz a distintas horas.
En la muestra, las fotografías de Soto están ligadas a la serie de pinturas que Claude Monet realizó de la Catedral de Ruan a finales del siglo XIX: centenares de cuadros muestran la catedral en distintos momentos del día, iluminada por muchas variedades de tonos de luz.
"No es que Cynthia esté copiando o plagiando lo que ya hizo Monet", explica Daniel Solano. "Más bien se trata de dos artistas que comparten una misma preocupación, pese a que pertenecen a ámbitos y tiempos completamente distintos".
‘Medios de comunicación: las torres gemelas’ (derecha, 2001), de Ricardo Ávila. Foto: Marcela Bertozzi.Sucede algo similar con la presencia constante de Andy Warhol como referencia para un gran número de artistas presente en la exposición. “No fue una sorpresa”, cuenta Solano, “porque si uno estudia un poco de historia del arte hace automáticamente las asociaciones, directas o indirectas”.
Lo que sí fue agradable para Daniel y Adriana fue descubrir que Warhol, considerado un artista moderno, se convierte casi en un hilo conductor o un punto cero para varios artistas contemporáneos.
Lo afirman los curadores: hablar del presente es, de cierta manera, hablar del pasado. “La contemporaneidad de las obras supone que, a pesar de la distancia temporal, los artistas de hoy establecen vínculos cercanos de contenido, forma y concepto con obras del pasado”, explican.
Al mismo tiempo, siendo Con Tempore –como muestra de la colección permanente– un reflejo de la propia razón de ser del MADC, la exposición enfrentó el reto de unir arte y diseño como una sola unidad, algo poco usual.
“Los criterios de escogencia de las obras no estaban limitados a temáticas ni técnicas, sino más bien a los diálogos que se pueden establecer entre una obra y otra”, cuenta Daniel. “Esto no es una exposición de arte contemporáneo o de diseño contemporáneo. Es ambas. Es el MADC”.