
La lectura no es una hábito para unos cuantos, sino un derecho del que deberían gozar todos. Esta es la conclusión a la que llegó Clemencia Venegas tras dirigir campañas sobre fomento de la lectura en Colombia. Este es un extracto de una entrevista con
Todos los estudiantes tienen el derecho de recibir, de forma equitativa, una formación de calidad. La calidad en la educación significa que deben existir las herramientas necesarias para aprender, y una de esas herramientas es el texto. Si no les damos el acceso a ese texto, les negamos un derecho.
Una biblioteca que esté respaldada por el Estado, cuyo catálogo sea revisado y actualizado regularmente. Debe estar insertada en el plan educativo de la institución.
“A la biblioteca deben ir constantemente los maestros, quienes deben trabajar junto a un bibliotecario. Una biblioteca sin bibliotecario es solo un depósito de libros. Además, la estantería debe estar abierta a los estudiantes para que ellos aprendan a usar las bibliotecas públicas y universitarias”.
Un lector autónomo, selectivo, con criterio, que aborde los textos de manera crítica, que compare fuentes, que investigue, que afronte la información de manera no tan crédula.
Sí. Hay un estudio en Estados Unidos que lo prueba. En las escuelas donde hay una biblioteca escolar y un mediador de lectura, los resultados académicos no suben: ¡saltan! Es como si tuvieran cientos de profesores en lugar de uno.
“Estudios de ese tipo también revelan que lo más importante no son los textos, sino un mediador que incite a los estudiantes a leer.”
Los profesores deben dar buen ejemplo como lectores. Las lecturas deben ser recomendadas, no obligatorias. Los profesores deben conocer la colección de la biblioteca para saber cuáles textos pueden recomendar a sus estudiantes.
Dando repertorios más amplios. No se debe obligar a los estudiantes a leer cuatro libros determinados al año, sino ofrecerles una amplia lista en la que ellos escojan. Las lecturas muy académicas tienen un “tufillo” a obligatorias, lo cual no es lo mejor para los estudiantes.
“Hay estudios en Colombia que revelan que los escolares leen siete u ocho libros al año. Luego de egresar leen 1,6 libros al año. Esto quiere decir que el Estado forma ‘leedores’ y no lectores autónomos”.¿Ayudan las tecnologías modernas al fomento de la lectura?Absolutamente. Es imposible ser un ciudadano de hoy sin leer del cine, la televisión, la prensa' Los textos más realistas son los que circulan en la vida diaria.“Son textos que se leen de modo distinto, y el ser humano ha desarrollado toda clase de habilidades de lectura para afrontar estos textos múltiples, de imagen en movimiento e imagen fija. Hemos desarrollado más técnicas de lectura”.Entonces, ¿se complementa la cultura de la imagen con la cultura de la lectura?Es que es imposible leer el texto sin saber interpretar la imagen. Un ciudadano que solo lea texto, pero que no sepa hacer una lectura crítica de lo que presenta la tecnología moderna es, de alguna manera, un analfabeta funcional.Además de libros, ¿qué más debe tener una biblioteca escolar?Depende de lo que necesite la comunidad educativa pues cada centro tiene áreas de énfasis. En general, lo que debería haber son obras de referencia, publicaciones periódicas, libros de literatura infantil y juvenil, libros de información, películas, videos, material de consulta en soporte electrónico, música, planos, mapas, láminas... todo aquello que pueda ser leído.“Hay escuelas que no tienen claro qué es una biblioteca y mandan allí todos los cachivaches y los juegos de tablero. Si las bibliotecas se llenan de juegos, se convierten en ludotecas y pierden su naturaleza. En ellas debe haber únicamente lo que pueda ser leído”.De lo que ha conocido de Costa Rica, ¿qué diagnóstico hace de sus bibliotecas escolares?No conozco lo suficiente, pero sé cuál es la historia de Costa Rica en cuanto a bibliotecas escolares. En los años 80, este país, junto con Colombia y otros cinco, formó parte del proyecto multinacional de proyectos escolares que financió la Organización de los Estados Americanos. Solamente Costa Rica continuó con el programa, de modo que es el único de esos países que puede decir que tiene una biblioteca en cada escuela: grande, chiquita, bonita o fea, pero tiene una biblioteca en cada escuela.