Como director, el músico Eddie Mora tiene una ambiciosa vocación: descubrir en la música sinfónica costarricense las piezas más valiosas y procurar que sean recordadas.
“Queremos apostar por las obras que merezcan ser grabadas”, explicó el director a Viva tras explicar, pieza a pieza, el disco con el cual ganó su primer Latin Grammy.
En el 2010, bajo su dirección titular, la Orquesta Sinfónica de Heredia comenzó su proyecto de discos de música costarricense y latinoamericana.
En el 2013, con la producción de Música de compositores costarricenses vol 1., contagió de su entusiasmo a la Orquesta Sinfónica Nacional.
“Nosotros hicimos una selección para hacer tres discos compactos de música costarricense. El tercero quedó sin hacerse” dijo Mora (este año, el Centro Nacional de la Música anunció que no producirá más discos de música con su presupuesto ordinario).
La selección de las obras de Música de compositores costarricenses vol 2. es una que Mora consiguió con el tiempo: madurando su visión, investigando en el repertorio costarricense y conociendo a profundidad a los compositores.
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Como colegas
Mora dice que con el compositor Carlos Enrique Vargas (1919-1998) se lanzó a tocar “chivos”. Lo conoció en su casa en el barrio Roosevelt.
“Lo conocí siendo estudiante, él era un músico extremadamente respetado. Yo iba a ensayar a la casa de él. Toqué con él en una misa cuando yo tocaba el violín, antes de irme a estudiar a Rusia”, recordó.
Para el primer disco de la Orquesta Sinfónica de Heredia, Mora incluyó dos piezas de Vargas que consideró importantes.
“Cuando seleccionamos la obra, me pareció muy importante no repetir las piezas sino hacer la que faltaba”, dice sobre la Sinfonía en mi menor (1945).
Mora describe al compositor como “riguroso con los fondos musicales” y “estructurado para organizar melodías”.
“La Sinfonía es, quizás, su obra más importante (...). Tiene tres movimientos y está escrita en un lenguaje muy propio de la época, un neorromanticismo”, describió el director.
De un maestro
Mora describe a la Rapsodia para orquesta de William Porras como “una especie de bisagra”.
“Tiene un lenguaje más acorde a nuestro tiempo. Esa obra está escrita en una técnica que desarrolló Bernal Flores en Costa Rica y con la que se escribieron obras muy importantes. Ya nadie escribe así pero hay un rompimiento con el neorromanticismo”, explicó el director.
Porras fue el primer profesor de composición de Mora en el Conservatorio de Castella (durante los años 80).
“Recuerdo, como si fuera ayer, unas hojas enormes de pentagrama y él me decía que estaba componiendo esta pieza para su graduación universitaria. Yo vi los primeros bocetos de la Rapsodia”, afirmó Mora.
Desde un estilo
La Serenata de la luna cuenta con cinco movimientos “muy en el estilo que ha desarrollado Carlos Castro”, aseguró Mora.
El director tuvo la oportunidad de interpretar la pieza junto a la solista cubana Winnie Camila Berg en un concierto de la Orquesta Sinfónica de Heredia.
“Con melodías muy melódicas y abiertas, luciendo a la viola en su lado más lírico. La orquesta va siempre acompañando al instrumento, es una pieza bastante concertante”, describió Mora.
Un nuevo lenguaje
En conversaciones con Mora, Alejandro Cardona cedió su Son mestizo II para orquesta.
“Es un compositor obligatorio para esta serie de discos”, explicó Mora. “Resuelve muy bien en el lenguaje de Alejandro:_ melodías ásperas con alto relieve y una fuerte influencia de la sonoridad mesoamericana, por el uso de la percusión y los instrumentos de viento”, detalló el director.
Música de compositores costarricenses vol. 2
- 1-3. Carlos Enrique Vargas: Sinfonía en mi menor op. 17 (1945): Allegro enérgico; Adagio; Allegro Scherzando
- 4. William Porras: Rapsodia para orquesta
- 5-9. Carlos Castro: Serenata de la Luna para viola y orquesta de cuerda: Enérgico Expresivo; Como un aire popular; Dramático y temperamental; Rapsódico
- 10. Alejandro Cardona: Son Mestizo II para orquesta