
Un lector me escribe: “Según escuché a un predicador católico, nosotros, los cristianos, no debemos decir ojalá porque esto proviene de Alá, el dios de la religión musulmana. ¿Tiene razón el predicador?”.
Tanto en español como en portugués decimos ojalá y oxalá .
Ambas palabras proceden del árabe, bien sea de la expresión wa sa lláh (y quiera Dios), de in sa lláh (si Dios quiere) o de ya sa lláh (¡oh!, quiera Dios).
El árabe ha dejado gran cantidad de préstamos en idiomas con los que ha estado en contacto, como el español.
En esa última lengua, los arabismos proceden sobre todo del árabe andalusí, variedad hablada en la Península Ibérica desde el siglo VIII hasta el XVI.
Muchos términos han pasado al español con adición del artículo árabe al- y sus variaciones as-, ar- , etc.), o sin artículo: albañil, azúcar, albaricoque, aceite (vocablo que casi desplazó al latino óleo ), alquiler, alfil, edil, macabro, hasta, asesino, alcalde, alcachofa, ajedrez, alhaja, almohada, alcoba, alcohol, álgebra, acequia, alcázar, alambique…, sin contar además numerosos topónimos: Albacete, Alcalá, Algeciras, Almería, Badajoz, Guadalquivir, Guadalajara, Guadiana, Sevilla, Jaén…
Por todo lo dicho, no tiene ni pies ni cabeza eliminar del léxico español el vocablo ojalá por provenir de un término árabe con que se denomina al ser supremo del islam.
Según eso, el vocablo dios , curiosamente, podemos decir que es idéntico en pronunciación al término correspondiente de la lengua griega ( diós ), forma genitiva de Zeus (nombre del dios principal de los griegos).
Incluso algunos filólogos consideran que la palabra latina deus proviene también del griego (Zeus > Júpiter, padre de los dioses), aunque la Real Academia de la Lengua afirma que es una simple variación fonética del griego theós , que significa igualmente deidad, dios.
Y, como botones de muestra, una cita bíblica: Gálatas 5-12 : “Ojalá fuesen también cortados los que os inquietan”. Y otra de un famoso libro católico: “Ojalá fuera tal tu compostura y tu conversación que todos pudieran decir al verte o al oírte hablar: ‘Éste lee la vida de Jesucristo’” (San Josemaría Escrivá, Camino , 2).