Una polémica envuelve a dos recintos escénicos ubicados en San José. Se trata de dos espacios que llevan el nombre Teatro El Ángel; uno ubicado en el centro de Tibás y el segundo que se encuentra en barrio Luján.
Giselle Ríos, productora general del teatro tibaseño, asegura que desde el año pasado ha ocurrido una disputa con Greivin Valverde, director del teatro ubicado en barrio Luján.
Según Ríos, desde mediados del año pasado, se comenzó una negociación con Valverde para que este último se hiciera dueño del recinto, pero problemas con los contratos imposibilitaron la venta.
Por su parte, Valverde señala que las condiciones que le fueron impuestas en el contrato no eran proporcionales para la valoración que él realizaba del recinto.
Ante la confusión que ha generado esta duplicidad de nombres, ambos dan sus versiones de lo sucedido.
Contexto
En la década de los 70, Costa Rica vivió un auge de las artes dramáticas, que se vio reflejado con la fundación de recintos escénicos como El Teatro Carpa y otros espacios que venían precedidos de la fundación del Teatro Universitario y el Teatro Arlequín.
Entre estos nuevos teatros uno que destacó por muchos años fue el Teatro del Ángel, un espacio fundado por el actor chileno Lucho Barahona, quien decidió ponerle ese nombre ya que había fundado un espacio homónimo en su país natal antes de ser exiliado por la crisis política.
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Ese Teatro del Ángel, que estuvo ubicado en Cuesta de Moras, se extinguió en el presente siglo cuando se realizaron expropiaciones en este sector josefino para la construcción del nuevo edificio de la Asamblea Legislativa. El actor se vio obligado a cerrar y solamente se quedó con su otro teatro llamado Lucho Barahona.
Para abril del 2013, se anunció la reanudación del espacio, con el nombre Teatro El Ángel, desde un recinto ubicado al costado este de la Iglesia de Tibás. Esta reapertura ocurrió a cargo del actor Sergio Paniagua, quien dirigió el espacio con el permiso de Lucho Barahona para utilizar el nombre “El Ángel”.
Paniagua falleció en noviembre del 2016 y la administración del teatro fue heredada a Kimberly Saavedra, su viuda. Finalmente, Giselle Ríos fue quien tomó la dirección artística del recinto, empresaria que conocía a Paniagua con anterioridad.
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El problema
Para junio del año pasado, el dramaturgo y empresario Greivin Valverde conversó con Saavedra para hacerse dueño del teatro y allí comenzaron los problemas.
“Este señor (Greivin Valverde) apareció y nos dijo que había comprado el teatro. Vino con Kimberly (Saavedra), decía que ya todo era de él, pero no habíamos firmado ningún contrato”, cuenta Ríos, quien es la copropietaria del terreno donde se encuentra el espacio en conjunto con su esposo, Mario Sánchez.
Según Ríos, ella y su esposo trataron de ofrecerle un contrato de compra a Valverde, pero en distintas reuniones pactadas, el empresario no apareció.
Por su parte, Valverde asegura que le ofrecieron un contrato que ascendía los ¢3 millones. “Yo hice depósitos en el banco a doña Giselle, y luego estos señores me dicen que puedo hacer uso del teatro siempre y cuando pagara los intereses de la deuda que tenían con Kimberly”, señala.
“Quedamos en que yo invertiría en la limpieza del local y que me lo rebajaría del alquiler. Me parecía más razonable. Hicimos la limpieza y, hace unos seis meses, el señor (Mario Sánchez) me llevó un contrato en el que pretendía que firmara que él era el dueño de todo. Me indignó mucho y le dije que antes de pagarle prefería irme”, agrega.
Sánchez y Ríos niegan que este pasaje haya sucedido.
Finalmente, el pasado enero, Valverde anunció la apertura del Teatro El Ángel en barrio Luján, con dos espectáculos en cartelera.
“Se anunció como si el Teatro El Ángel hubiera resucitado, pero nosotros nunca nos fuimos, nunca morimos. Siempre hemos estado aquí”, reclama Ríos, sobre la permanencia del teatro en Tibás.
Ríos y Sánchez señalan que el enfrentamiento creció al punto en que existe actualmente una demanda interpuesta por uso indebido del nombre comercial “El Ángel”. Viva tiene copia del certificado de inscripción del nombre Teatro El Ángel en el Registro Nacional, con una publicación impresa en octubre del 2018.
Valverde se respalda en que él cuenta con la sociedad anónima que lleva el nombre de Teatro El Ángel. Por el momento, el empresario asegura que no ha sido notificado por la demanda que indican Sánchez y Ríos.
¿Qué dice Lucho?
Ambas partes del conflicto aseguran que Lucho Barahona les dio el visto bueno de usar el nombre del recinto que popularizó el siglo pasado para la apertura de sus respectivas salas.
“A nosotros Lucho nos dio su bendición. Este terreno siempre ha sido de nosotros y, al saber que Lucho estaba de acuerdo, nosotros decidimos seguir con el teatro y lo pusimos a funcionar”, afirma Ríos.
Valverde relata algo similar. “A mí me llamó Lucho y me dijo: ‘Greivin, mire. Ya me explicaron que usted fue vilmente estafado. Hágame el favor y se deja el nombre de mi teatro. ¿Qué sentido tenía estrenar un teatro sin el aval de Lucho?’", asegura el empresario del teatro en barrio Luján.
Sobre todas estas afirmaciones, Barahona se desentiende.
“Yo no le he dado la bendición a nadie”, dice con contundencia el actor chileno. “Yo la bendición se la di a Sergio (Paniagua), mi amigo, con el que llevaba mucho tiempo de trabajar. Él me dijo que se iba a poner un teatro y, ya que habían expropiado el mío, me pidió el nombre y le dije ‘claro, usalo’. Él murió y tengo entendido que la viuda (Kimberly Saavedra) le vendió el derecho a dos personas distintas que ahora se están peleando. Yo no tengo nada que ver con eso”, dice Barahona.
“Yo le dije a los dos que no me llamaran más porque fue a mi amigo a quien le di el nombre. Solo él ha tenido mi bendición”, agrega.