Crítica de teatro: La locura como metáfora

Desde la antiguedad, escritores, dramaturgos y pensadores se han servido de la metáfora del mundo como manicomio, la locura de los cuerdos, la cordura de los locos, con fines filosóficos, moralizantes o satíricos, de modo que, con la pieza teatral La charca inútil, en cartelera de jueves a domingo en el teatro 1887 del Centro Nacional de Cultura, el joven dramaturgo español David Desola pisa terreno muy recorrido en la literatura universal.

En España, la obra obtuvo el premio Lope de Vega en el 2007 y se ha representado con éxito de público y crítica. Aquí, en el montaje del Colectivo Escénico Brecha, estrenado el 2 de junio, participan los actores Arnoldo Ramos, Marielos Fonseca y Leonardo Perucci, quien además dirigió la escenificación.

El tema.La charca inútil plantea la interrogante de si las alucinaciones que obran como refugio afectivo del individuo, o que abren una vía para escapar de un dolor insoportable; si tales alucinaciones, repito, trascienden el estado patológico y más bien se inscriben en el marco de las estrategias inconscientes necesarias para la sobrevivencia psicológica, es decir, si paradójicamente en el fondo esas alucinaciones son necesarias para mantener la cordura.

El asunto se expone mediante la vacilante relación sentimental que se establece entre Óscar (Arnoldo Ramos) e Irene (Marielos Fonseca); él, un profesor que reniega de la enseñanza después de ser agredido en su humanidad por un alumno adolescente; ella, una madre que se ampara en una realidad imaginaria para sobrellevar la pérdida de un ser amado.

Entre Óscar e Irene media la figura ambigua de Parantritis (Leonardo Perucci), otrora el mentor de Óscar, que a veces lo alienta y otras lo increpa para que vuelva a la docencia, y también arregla el encuentro de ambos para que Óscar imparta lecciones particulares al hijo de Irene.

Paralelamente, La charca inútil condena la banalización y manoseo del dolor ajeno practicado por los telediarios y denuncia otras lacras corrientes del entorno social contemporáneo.

Obra y montaje. Hallé bastante endeble el enfoque dramático del planteo fundamental de la pieza de David Desola, harto predecibles los conflictos y la conducta de los personajes y reiterado el desarrollo de las situaciones.

Asimismo, pese al clima compasivo pretendido por la puesta en escena de Leonardo Perucci, me sentí indiferente ante la suerte de los personajes.

Quizá ello se debió a la poca simpatía que me despertó el temperamento entre irascible e inseguro esbozado por Arnoldo Ramos en el papel de Óscar, así como a la personificación inexpresiva de Marielos Fonseca en el de Irene, y a las trazas de animador que me pareció percibir en la actuación de Leonardo Perucci como Parantritis.

Los aditamentos de vestuario, luces, decorado y música cumplieron sus propósitos funcionales pero sin distinción. La relativa lejanía con la sala de aquellas escenas, que ocurren en el hogar de Irene, no propiciaron el ambiente de intimidad que la acción requería.

La función del jueves 16 estuvo muy concurrida y los espectadores me aparentaron responder con interés a las incidencias de La charca inútil, pieza melodramática del español David Desola, quien se encontraba presente y recibió, junto con el elenco, fuertes y prolongados aplausos del público.