Danza Abierta, es el programa formativo de la Compañía Danza Universitaria, de la Universidad de Costa Rica, en el cual una veintena de jóvenes trabajan por tres años y, durante este tiempo, adquieren experiencias técnico-formativas y escénicas con diferentes artistas.
Esta segunda generación ha estado trabajando bajo la dirección de Luis Piedra y para la temporada de cierre del programa, ejecutaron Malplena , una obra de Gloriana Retana. La responsable de este montaje final es miembro de Danza Universitaria y creadora del grupo independiente Los que somos.
Malplena es el título de la coreografía propuesta por Retana y significa en el lenguaje esperanto, vacío. Lo cual les sirvió de motivación a los bailarines, quienes por casi una hora, ejecutaron imágenes y movimientos alusivos al término.
La obra contó con una banda sonora bastante plana, elaborada con música de Federico Chaves y Alexandre Desplat. Además de un diseño de luces funcionales que permitió observar bien las escenas, realizado por Gustavo Vargas, y un vestuario con referencias cotidianas, ideado por Gustavo Hernández. Vale recordar que estos elementos plásticos y su manejo se encuentran dentro del estilo que ha mostrado la agrupación en varios de sus trabajos anteriores.
En lo referente a la composición coreográfica, Retana utilizó a los 18 bailarines en la mayor parte de la mencionada obra, saturando en algunos momentos, las imágenes y no siempre logró limpieza en el diseño espacial.
La autora, al inicio, nos mostró a un colectivo que corre hacia una meta y esa misma imagen la vuelve a retomar al final, sin muchos cambios dramáticos o interpretativos. No obstante, el trabajo tiene segmentos bien logrados, especialmente cuando trabaja contrapunteando al colectivo con solos, dúos u otras formaciones. En esos momentos, la composición adquiere mayor contraste y dinamismo.
En el aspecto interpretativo, en general, el grupo se mantuvo motivado y dentro de la misma sintonía. En este sentido, vale destacar algunas intervenciones como las logradas por Alfonso Castro en el solo de la primera parte, así como Fany Vargas. Ellos, en estas escenas, consiguieron mayor plasticidad en sus movimientos y mantuvieron buena proyección escénica.
Lo mismo podemos decir de Gabriela Alfaro y Erina Campos cuando recrearon un entretenido dúo.
Otro momento interesante, tanto a nivel compositivo como interpretativo, gracias a las cualidades de movimiento y las dinámicas logradas –así como por los juegos corporales presentados– fue el cuarteto conformado por Rony Marín Felipe Campos, Adrián Flores y Alfonso Castro.
Con el cierre de este ciclo Danza Universitaria, mediante su programa formativo, se lanza a la calle a nuevos bailarines que tendrán que competir en el activo y difícil mundo de la danza escénica costarricense. En el futuro próximo de ellos, esperamos propuestas interesantes que contribuyan al crecimiento de la disciplina.