
En Kristiane Feoli y Johanna Castro es más poderoso el amor que tienen por el ballet que los prejuicios que pueden existir contra la danza clásica.
Los han oído hasta el cansancio: que nunca podrán vivir de él, que el gremio e grande y las oportunidades pequeñas.
No ha faltado también quien les diga que es un arte elitista y discriminatorio; sin embargo, nada de eso se compara con la adrenalina que viven cada vez que salen al escenario, o la fuerza que deben sacar cuando el cuerpo quiere descansar, pero se debe seguir ensayando.
Estas dos jóvenes de 24 y 30 años, son las bailarinas costarricenses más experimentadas del ballet El Cascanueces , el espectáculo, que cada diciembre toma el escenario del Teatro Nacional.

Aunque es solo una temporada al año, en el último lustro han tenido la oportunidad de compartir el escenario, e interpretar de tú a tú coreografías al lado de artistas del American Ballet Theatre y el Ballet Nacional de Praga.
Reto. Los cinco años como solistas que suma cada una se dicen fácil, pero detrás de cada presentación hay horas de entrega.
“Cuando no estamos cerca de la temporada hago mínimo dos horas al día de clase. Cuando se aproxima el estreno llego a ensayar hasta cuatro”, cuenta Kristiane Feoli, quien que ha interpretado roles dentro de la obra como el de la Reina de las Flores y el Hada de Azúcar.
Su entrega no se limita a las prácticas. Johanna Castro, quien también ha hecho las partes más exigentes de la coreografía, explicó que una bailarina de ballet también debe cuidar aspectos como la concentración, el fortalecimento de sus músculos con otras disciplinas deportivas, así como su alimentación.
“Contrario a lo que las personas pueden creer comemos mucho a lo largo del día. En mi caso trato que todo lo que consumo sea lo más saludable que tenga a mano”, aseguró Castro, oriunda de Naranjo.
Otro aspecto clave para estas bailarinas está en el controlar sus emociones.
La alajuelense explicó que el bailarín está siempre tan expuesto a la crítica que debe aprender a recibirla como un consejo para mejorar.
“Mi mayor crítica siempre seré yo misma, soy muy exigente en todo lo que hago. Otra opinión que me importa es la de mis directores, pues ellos siempre van a querer que mejore. De ahí en adelante analizo de quién me critica”, aseguró Feoli.
Acción - reacción. Tanto trabajo también tiene efectos colaterales: algunas lesiones, desgastes y poco tiempo para la vida social son parte de las situaciones con las que las artistas deben lidiar a diario.
“Dedicamos tanto tiempo al ballet que lo que queda, apenas nos alcanza para la familia y el trabajo”, relata Johanna Castro. En su caso, su esposo se ha convertido en uno de sus principales soportes para compaginar la vida artística, la laboral y la familiar.
¿Trabajo? ¿Estudio? Sí, definitivamente. Aunque ambas jóvenes soñaban con ser bailarinas de tiempo completo, la condición de sus padres siempre fue que complementaran su carrera artística con el estudio de otra profesión.
“Al principio no los comprendía, pero hoy entiendo que era necesario”, aseguró Kristiane quien estudió finanzas y es dueña de dos tiendas. La vida de Johanna no es tan diferente, ella es administradora de empresas y maestra de ballet , en Naranjo.
“Lo más frustrante del ballet es la sensación de estar cansada. A veces uno siente literalmente que se va a morir de tanto esfuerzo, pero todo esto vale la pena cuando llega el momento de salir a bailar. No voy a mentir uno sigue porque tiene una fuerza que viene del interior y que si no se tiene es imposible continuar sin ella”, acotó Feoli.
Pese al medio en el que se desenvuelven es pequeño, ambas saben que ser las bailarinas principales de El Cascanueces es también es una responsabilidad, pues tras ellas hay cientos de niñas de todo el país que un día sueñan estar en sus zapatillas.
“A ellas yo les digo que deben realmente amar el ballet para seguir con él. Hay que olvidarse de toda la presión social, de lo que se dice él y seguir adelante si uno quiere conquistar sus sueños. Las grandes bailarinas comienzan todas de la misma forma, no deben rendirse nunca”, comentó Johanna Castro.
Aunque Kristiane tiene 24 años y Johanna 30 saben que el ballet no es eterno y que en algún momento tendrán que pensar en el retiro.
“Sé que soy yo quien está más próxima a vivir eso, sin embargo, no pensaré en retirarme del ballet hasta el día que deje de verme bien en escena y con eso no me refiero a algo físico, si no a la calidad de mi técnica y mis interpretaciones”, concluyó Johanna.
El imperdible ballet navideñoTemporada: El Cascanueces se presentará en el Teatro Nacional del 5 al 14 de diciembre. Funciones: El estreno será a las 8 p. m. El resto de las funciones tendrán el siguiente horario: 8. 9, 10, 11 y 12 de diciembre a las 8 p. m. El sábado 6 habrá función a las 3 p. m. y a las 8 p. m. Los días domingo 7 y domingo 14 de diciembre habrá función a las 11 a. m. y 5:00 p. m. Precio de las entradas: ¢32.000 (butaca), ¢ 29.000 (luneta y palcos del segundo piso del 6 al 10), ¢19.000 (palcos segundo piso del 1 al 5), ¢23.000 (palcos platea), ¢19.000 (galería primera fila) y ¢16.000 ( galería general). Puntos de venta: www.specialticket.net y en el centro de llamadas 2528-8778. También se pueden comprar en los puntos Servimás, Tiendas Bansbach y el Grupo Mutual.