Debate. En un país sin industria cinematográfica, cuya producción de televisión independiente se reduce a un puñado de programas y la producción audiovisual se abre campo a empujones, la aparición de un documental de buena factura y decidido a incidir en el debate nacional de un tema trascendente hay que recibirla con aplausos.
Me refiero a la producción Costa Rica Sociedad Anónima , del director costarricense Pablo Ortega. Este es el documental transmitido en varias ocasiones por canal 15 en las últimas semanas. Es el mismo que levantó un polvorín luego de que varios exfuncionarios relacionados con la negociación del TLC con Estados Unidos enviaran una carta a ese canal universitario pidiendo que el documental no se transmita más e indicando que en tal caso podrían tomar acciones legales.
Costa Rica S.A . es un documental con una fuerte carga humorística, y que de entrada toma una posición: pretende exponer la cara, digamos "menos favorable", del mentado tratado comercial.
Esa posición definida es uno de los puntos que muchos le critican. A mí -por el contrario- se me hace mucho más respetable que la pretensión de imparcialidad.
El documental recurre a una ironía por momentos bastante sabrosa, para intentar un ejercicio clarificador -a su modo- en torno a este polémico tema. Es quizá uno de los esfuerzos más didácticos que se han realizado al respecto. Didáctico porque presenta información de forma digerible, no información masticada, de la que ya hemos tenido bastante.
Dibujos animados, imágenes de archivo, todo se revuelve en un estilo que resulta difícil no comparar con el del cineasta estadounidense Michael Moore. Sin embargo, Costa Rica S.A. resulta algo largo, y algunos problemas de ritmo lo hacen caer en baches de bostezo. La fotografía y la locución tampoco salen muy airosas. Los momentos más picantes los guarda para el final, lo cual no es malo, pero temo que muchos potenciales espectadores se rindan antes de tiempo.
Al final, el balance es en general positivo y la producción sale bien parada de un reto que pocos han asumido: producir audiovisuales con contenido, desde la independencia del ciudadano. El ciudadano que en Costa Rica (una sociedad aún no tan anónima) todavía puede acceder por distintos medios a una participación en la discusión nacional, los ciudadanos que -en buena hora- todavía podemos decir en voz alta: esta boca es mía.