El roquero estadounidense, conocido por sus conciertos de tres o cuatro horas sin interrupción, dijo a la revista que en un momento estuvo dominado “por el pánico y el odio a sí mismo”.
“Mis problemas no eran evidentes como los problemas de drogas. Para mí fue diferente, más tranquilo”, dijo el veterano del rock, de 62 años.
Su amigo y biógrafo Dave Marsh contó al The New Yorker cómo Springsteen era un suicida en 1982, cuando saltó repentinamente a la fama.
“Pasó de la nada a encabezar los ranquins, con personas que lo halagaban de forma continua. Es en estos casos que uno puede empezar a tener algunos conflictos acerca de su verdadera valía”, dijo Marsh.
Preocupado por una relación difícil con su padre, el cantante comenzó a psicoanalizarse en 1982, según la revista.