¿Qué lugar tienen los delincuentes en la sociedad? ¿Cómo deberíamos enfrentarlos? Este par de preguntas, tan extrañas como incómodas, son abordadas en el esperado remake de RoboCop (2014), filme que se estrena hoy en Costa Rica y que dirige el cineasta brasileño José Padilha ( Tropa de élite ).
Con su fría y poderosa armadura, RoboCop se luce como nunca en la nueva cinta, pero al mismo tiempo mostrará el lado más humano de su controversial existencia.
Con tintes políticos, cuestionamientos existenciales y temas de mucha actualidad, la nueva versión del aclamado clásico de los 80 se desarrolla de nuevo en la ciudad de Detroit, en el año 2028.
Con un impactante informe televisivo –emitido por el presentador ultraderechista Pat Novak (Samuel L. Jackson) comienza la trama del filme–. Novak es un aliado de la empresa OmniCorp, la megacorporación que fabrica robots-soldados, dirigida por Raymond Sellars (Michael Keaton).
A diferencia de la película ochentera, de Paul Verhoeven, en la nueva versión el ejército estadounidense ya usa los robots de OmniCorp en los combates en Oriente Medio, aunque con resultados colaterales a veces poco deseables.
No es un invento nuevo, pero debido a sus riesgosas maniobras, en suelo estadounidense, el uso civil de las máquinas está prohibido por los “robofóbicos”. Bueno, eso hasta ahora, pues una oleada robos y la creciente delincuencia organizada impulsará su uso.
Es curioso, porque en 1987 Verhoeven hizo un filme que miraba cínicamente las políticas de Ronald Reagan, y ahora Padilha, cuestiona la política exterior de EE. UU. Así dispara RoboCop, directo y a quemarropa.
“Estamos cerca del momento en que los robots reemplazarán a los soldados. Ya hemos visto drones en el extranjero”, dijo Padilha al presentar la película a la prensa, en un hotel en Beverly Hills.
“Pronto, todos los países tendrán que decidir si permitirán el uso de robots en las agencias del orden. Habrá que legislar sobre lo que se permitirá y lo que no. Eso va a suceder”, dijo el cineasta de 46 años, quien con RoboCop dirige su primera película en inglés.
Así las cosas, Sellars encargará a Dennett Norton (Gary Oldman), –un científico éticamente ambiguo– la fabricación de un policía con la precisión de un robot y las emociones de un ser humano: el resultado es el oficial Alex Murphy (Joel Kinnaman), cuya cabeza amputada del resto del cuerpo es trasplantada a un androide.
“Ambientamos el filme en un momento en el EE. UU. decidió que no permitirá robots policías. Como la corporación quiere vender allí sus robots, debe buscar la forma de sortear la ley y colocar a un hombre en la máquina”, agregó Padilha.
Otro contraste con la versión de Verhoeven es que en la nueva RoboCop , el personaje despierta con sus memorias y emociones intactas. Su objetivo es, entonces, luchar por proteger la poca humanidad que le queda y que se interpone en el camino de su dueño, el inmoral CEO de OmniCorp.
“Murphy es un producto que desean vender a toda costa. Es un prototipo. A él lo desarrollan, justo igual que una empresa de refrescos desarrolla una buena botella”, expresó Padilha en las notas de producción del filme.
“Pueden venderlo por millones de dólares, por lo que están dispuestos a pasar por alto ciertos aspectos éticos para lograr su objetivo. Pero olvidan algo esencial: dentro del producto aún se encuentra un hombre”, agregó el director.
La máquina. Kinnaman, actor sueco de 34 años que se ha dado a conocer por la serie policial The Killing , afirmó que tener que actuar con el asfixiante traje de RoboCop le dio las herramientas para hallar a su personaje.
Durante el rodaje, el actor usó una armadura sintética de 20 kilos de peso, que, además, agregó 8 centímetros a sus ya espigados 1,90 metros de estatura.
“Era sumamente incómodo. Me hacía sudar como un cerdo. Tras 20 minutos quería deshacerme del traje. Sin embargo, se convirtió en la semilla que condujo mi imaginación a entender la vulnerabilidad de Alex Murphy”, dijo Kinnaman.
“Su cuerpo es poderoso, pero él se siente muy incómodo. Ese traje que debía de haberme hecho sentir poderoso; al final me hacía sentir vulnerable”, agregó.
Según el argumento oficial del filme, los superpoderes que dotan la nueva existencia de Murphy “irán acompañados de problemas a los que un hombre corriente jamás ha tenido que enfrentarse”.
Esa vulnerabilidad termina despertando la simpatía de su creador, el doctor Norton, quien según Oldman tiene con RoboCop “una relación similar a la de Frankenstein y su monstruo”.
“El monstruo y el científico desarrollan una vinculación de padre e hijo”, dijo el actor británico, quien lleva sobre sus hombros la carga emocional más genuina de la cinta.
Si bien tiene menos escenas de acción de las que habrían querido los fans del género, RoboCop comienza su recorrido cinéfilo con buena nota.
El crítico Guy Lodge, de la revista Variety , escribió: “Este remake es más inteligente de lo que se esperaba y repara buena parte del daño que ha sufrido el justiciero de puño de acero por culpa de estúpidas secuelas y spin-offs (juegos de video, juguetes y series)”.
Otras publicaciones, como The Hollywood Reporter , destacan que la cinta “tiene un mejor reparto, un guion más meticuloso que la cinta de Verhoeven, aunque agrega que “le falta el ingenio resbaladizo y subversivo de la original”.
Hasta ahora RoboCop –filme cuya producción se estima en $100 millones, solo se ha estrenado en cines del mercado asiático, con una recaudación de $28 millones. Gracias a la popularidad del policía electrónico, en Latinoamérica y Estados Unidos se espera una gran recepción en las taquillas.