El Tobogán, uno de los emblemáticos salones de baile de la que aún sobrevivían en la capital, cerrará sus puertas este fin de semana, luego de 35 años de historia escrita al ritmo de bolero, salsa, merengue y acentuada con los brinquitos de
La noticia llena de tristeza a bailarines y preocupa a los expertos en danza, pues, según ellos, cada vez son menos los salones de baile popular.
El Tobogán es propiedad del empresario cubano Gustavo Lora y abrió sus puertas en julio de 1975 como un club social. En el lugar había un enorme tobogán en el que niños se deslizaban; de allí, su nombre.
Este sitio, que también fue salón de reuniones para las convenciones de diversos partidos políticos a lo largo de sus tres décadas de existencia, fue vendido a un banco privado.
Lora se limitó a mencionar que se deshizo de la propiedad por motivos personales y prefirió no dar detalles de cuáles fueron las causas ni precisar el monto de la venta, ya que esa fue una de las cláusulas que le pidieron para cerrar el trato.
“Ese ya no era un buen negocio, con eso de los retenes en las carreteras y la situación económica la gente no quiere bailar”, dijo Lora, de 85 años.
El empresario aseguró que, aunque el cierre le produce nostalgia, necesitaba vender el sitio, pues, desde principios de año, ya no le producía los mismos ingresos que en sus mejores tiempos.
Como acto de clausura, este fin de semana se organizarán tres bailes con orquesta para que sus clientes se despidan de El Tobogán.
Las tres actividades tendrán en común la participación de la Orquesta Tropicana, una de los agrupaciones que comenzó y fortaleció su carrera en
En el baile de mañana también participará Madera Nueva y el domingo estará, además, la Sonora Show.
Hoy y mañana, el bailongo de despedida comenzará a las 9 p. m., mientras que el domingo será a las 4 p. m.
Los integrantes de las orquestas dijeron que no tienen planeado ningún repertorio especial, ya que solo se despedirá un lugar, pero el baile y la música continuará.
“Este cierre nos produce un gran dolor porque ya casi no hay lugares para las orquestas y El Tobogán siempre fue el número uno para nosotros y para los bailarines; sin embargo, La Tropicana seguirá tocando todos los fines de semana en el Club José Martí, en Escazú”, acotó Mario Moreno, cantante del grupo.
“ Hoy (ayer para el lector) le decía a los amigos con los que voy que este fin de semana tenemos que ir con mucha tristeza en el corazón porque son muchas cosas las que nos han pasado ahí. En El Tobogán hemos vivido amores, desamores, encuentros y desencuentros en ese lugar hay recuerdos. Ahí hice muchos amigos y también perdí a otros” , aseguró Minor Gutiérrez, bailarín de Danza Universitaria, quien desde hace más de diez años es uno de los más asiduos clientes del lugar.
En tanto, Gilbert Umaña, de 58 años y 35 de asistir a los diferentes salones de baile de la capital, calificó la desaparición de este sitio como una desmotivación para los bailarines.
Pese a esto, él comentó que aunque cierren
“En El Tobogán, mi hermano y yo nos pegábamos las grandes bailadas. Recuerdo que tenía como 23 años cuando comenzamos a ir; en aquel tiempo todo era muy seguro y muy tranquilo, tanto que luego de cada baile nos íbamos a pie cantando hasta Guadalupe, donde vivíamos”, dijo.
Un ejemplo de esto es la clausura en el 2008 de Karymar en Guadalupe, cuna para los bailarines de
“Esta es una pérdida invaluable. Lo que viene tras el cierre de los salones es que los bailarines quedan como desorientados sin saber adónde ir”, aseguró Ligia Torijano, bailarina, coreógrafa e investigadora del baile popular costarricense.
Por su parte, la coreógrafa Liliana Valle, directora de la compañía de baile profesional de las academias Merecumbé, aseguró que el cierre de los salones de baile es una situación que debe preocupar al gobierno y a las instituciones privadas del país. Para ella, si desaparecen estos salones, los únicos lugares para bailar en el país serán bares y discotecas, donde no se le da espacio a orquestas.
“Es una gran pérdida porque lo que nos queda son bares que promueven actividades como los
No obstante, el cierre de los salones de baile no son sinónimo del fin de este tipo de danza en el país, aseguraron ellas y Minor Gutiérrez, quien además es director del grupo de bailes populares de la Universidad de Costa Rica.
“La gente no va a dejar de bailar, eso no va a pasar. Lo que yo creo es que es que el público se va a ir moviendo adonde vayan las orquestas”, concluyó Gutiérrez.