No recuerdo mi vida sin Batman, desde que era un niño y hasta el día de hoy, ya como adulto, mi admiración por este personaje no ha hecho otra cosa más que crecer; en momentos de duda, miedo o dolor, siempre encontré en Batman una inspiración para superar cualquier obstáculo. A fin de cuentas, él es solo un humano como yo y, aunque posea una fortuna, es gracias a su perseverancia, infinita fuerza de voluntad, valor, entrenamiento e inteligencia que logra salir victorioso; para mí, Batman representa la definición de la resiliencia.
Mientras estaba sentado a solo minutos de ver la película, que por tantos años he esperado, la mezcla de sentimientos encontrados es indescriptible. Estaba inundado por una gran emoción pero, a la vez, de mucha tristeza, al tener, ante mí, finalmente, las respuestas a tantas teorías, ideas y a mi tema favorito de tertulia, que pondrían un punto final a este largo y emocionante viaje.
Sabía que por fin la espera había terminado, pero también, en tres horas, el epílogo ya habría sido contado y el telón se cerraría para siempre, al menos en el universo creado por el director Christopher Nolan.
Conforme avanzaba la trama, fui testigo de cómo mis expectativas iban quedando cortas frente a lo que estaba viviendo –viendo–; los personajes del cómic parecían cobrar vida, actuaban como lo harían en las viñetas. Fue como reencontrarme con viejos amigos que hace mucho no veía; debido a sus decisiones, tomaban caminos inesperados, que no dejaban de sorprenderme.
Lo más impresionante fue la fuerza en las actuaciones de Gary Oldman, Michael Caine y mi nuevo Bruce Wayne favorito, Christian Bale. Él pone una carga emocional en el personaje de forma magistral, en una Gotham (Ciudad Gótica) basada en un mundo real con un Bruce Wayne que nunca había sido tan humano.
Chris Nolan no solo termina la trilogía de forma épica, sino que se aprovecha del cariño que existe con Batman y toda su parafernalia para llevarnos por caminos inesperados, cargados de emoción con la dosis exacta de acción, pero es una acción a favor de la trama que le da tiempo a todo: al caos, la anarquía y también a la esperanza y al heroísmo.
Solo me resta decir que Nolan hizo algo que nunca había visto en ningún otro medio relacionado con Batman, hizo su apuesta y ganó. Cada generación tiene una trilogía con la cual identificarse y me siento orgulloso al saber que esta es la mía; Nolan llevó al género a otro nivel y su legado y el de Batman nos acompañarán por el resto de nuestras vidas.
Aún tengo sentimientos encontrados con la película y, en particular, con la forma en la que termina, aunque quedo satisfecho. ¿Por qué? Este que vi en la pantalla es mi Batman, ese que ha sido mi héroe desde que tengo memoria; sin importar lo mal que estuvieran las cosas, no descansó hasta levantarse de nuevo y luchar por lo que creía, sin importarle las consecuencias para sí mismo; me enseñó que cualquiera de nosotros puede ser un héroe y que tan solo una persona puede hacer la diferencia.