
De nuevo, los extraterrestres invaden la Tierra. En cine. Otra vez llegan a Estados Unidos, sí, es una fijación de los alienígenas, inmigrantes violentos, y por eso las películas siempre hacen una toma de la Estatua de la Libertad. Es obvio. Si dichos forasteros “cayeran” en Costa Rica, la película tendría que hacer tomas de alguna efigie de Juan Santamaría.
Pues bien, ahora se trata de
La verdad, no sé cuál de las dos películas es peor, tan malas son las dos. La que ahora nos toca comentar (
Dentro de esa guerra espacial, este filme se agota con diálogos inútiles y escasos de inteligencia: apenas para que la película no sea muda. Las actuaciones son tan malas que se expresan mejor los bichos invasores con sus formas horribles diseñadas a pura computadora. Los personajes nunca “pegan” dentro de los histriones, por lo que estos parecen estar siempre “detrás del palo”, o sea, tienen la pata en el estribo, pero se quedan colgando.
La música es bulliciosa, en el sentido de que está más cercana al ruido que al énfasis de las imágenes, al menos como concepto. La fotografía aporta muy poco en este filme, abonado con imágenes por computadora durante la mayor parte del metraje. Es gracias a esas imágenes que el filme –por momentos– se envalentona, como borracho en cantina, pero luego se cae según su propio sopor reiterativo, también como una bacante en una taberna.
El guion aburre con su falsa tensión, sus delirios destructores y su tremendismo (nada nuevo). Por momentos, es un libreto risible, por culpa de sus propias deficiencias dramáticas. El final es un punto de giro interesante, lo acepto, y no lo veo ridículo como lo ven otras personas. Sin embargo, ¿ya para qué?: el barco hace rato estaba hundido. El filme muere hinchado con tanto trucaje, por culpa de sus efectos especiales repetitivos y cansinos.
Está claro que en Hollywood hay carestía de guiones. Por lo menos de guiones valiosos y consistentes, que tengan fe en el valor de los diálogos y en el acercamiento literario para estructurar un relato. La mayor parte de los guionistas de Hollywood se dedica ahora a zurcir medias rotas. Muchos de los guiones son metáforas o imágenes cercanas del queso Gruyére: con muchos huecos.
Al ver