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Una película costarricense rompe con el tono tradicional del cine del país. Foto: Archivo. (Archivo)
De primera entrada, el título de El pájaro de fuego nos refiere al ballet de Ígor Stravinski, estrenado el 25 de junio de 1910, en París. Ahora, en el 2021, llega a los cines una película costarricense con igual título, pero que vuela por otros aires. Aparece dirigida por César Caro Cruz.
Se trata de un avión cargado de droga millonaria que se estrella en un sitio cercano a una comunidad marginal, por lo que dicha droga se convierte en regalo para sus habitantes, quienes ahí ven mercancía para salir de sus vidas miserables.
Esa droga será el centro narrativo de la historia de dicha comunidad, especie de abrazo maldito, lo que va a generar un filme con una trama dura, pesimista y, sobre todo, determinista, porque sus personajes están condenados de antemano por una fuerza anónima, que ni los espectadores conoceremos, que mueve el mundo de las drogas y sus otros espacios de poder.
Más que con un tono realista, El pájaro de fuego se muestra con la rigurosidad y la crítica social cercanas al naturalismo literario, a la vorágine de lo inevitable, a la selva moderna de una sociedad del todo injusta con la distribución de la riqueza.
La pobreza no es mostrada de manera idílica o santificante. No es la pobreza franciscana, sino la de aquellos a quienes otros sectores sociales les impiden salir del círculo de indigencia, ese círculo en que se mueven de manera cotidiana.
La película lo refleja muy bien mediante un simple mecanismo: el de mostrar –una y otra vez– imágenes semejantes (casi iguales). Lo hace desde el comienzo con niños que empiezan a curtirse en la violencia, de ahí hasta final donde la muerte es el único respiro de vida. El filme muestra la capacidad metafórica del cine, con una valiosa imagen final que aquí no contaremos.
La película tiene el valor de desintegrar nuestros modelos cerebrales sobre la Costa Rica feliz. Lo hace para mostrar la barbarie que se oculta en la expresión falaz del “pura vida”, aunque –por esto– en su último tercio pierde claridad narrativa.
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El ritmo bien llevado mezcla celeridad emotiva con instantes de dolor pasivo de sus personajes jóvenes. Es el quiebre entre los sueños de ellos y la ausencia real de tales quimeras. Lástima que esto también se pierda en el tercio último del relato.
El esfuerzo de la dirección actoral es evidente, pero no en su logros esenciales, porque los actores no responden bien al diseño de sus personajes. Lo que sí está a gran altura es la calidad de la banda sonora y la de la fotografía, importantes en la realidad emocional de El pájaro de fuego.
Se trata de una buena película que, sin duda, pudo ser mejor en la estructuración final de su guion, pero que es vida, la vida que no desea la gente de bien para otros, o sea, la vida como llaga social o como interrogante. Queda recomendada.
Ficha técnica
Título original: El pájaro de fuego.
País y año: Costa Rica, 2020.
Género: Drama.
Director: César Caro Cruz.
Elenco: Noelia Campos, Larry Olivas, Diego Rojas.
Duración: 85 minutos.
Calificación: Cuatro estrellas ( * * * * ) de cinco posibles.
Cines: Magaly, Cinépolis, Cinemark.