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Regresa el director Wes Anderson con un filme hotelero, lo que le permite lucirse como comediante al buen actor Ralph Fiennes. | DISCINE PARA LN.
Los seguidores de ese director icónico que es Wes Anderson están de plácemes. A última hora, por influencia de ese premio tan comercial como mediático que es el Óscar, la más reciente película de Anderson pudo entrar a las carteleras de unos pocos cines de Costa Rica.
Hablamos del filme titulado El gran hotel Budapest (2014), ejercicio manierista muy al estilo o autoría de su realizador, farsa de época donde lo excéntrico es el eje que da razón y sincretismo a la trama. El filme está tan bien narrado que su mundo interno, su “realidad ficticia”, es del todo coherente e increíblemente creíble.
El guion es del propio Wes Anderson y, desde ahí, El gran hotel Budapest narra las aventuras a contracorriente de Gustave H., legendario conserje de un famoso hotel europeo del período de entreguerras, y de Zero Moustafa, botones de ese mismo hotel, quienes se convierten en amigos leales.
Ambos vienen a ser una pareja capaz de recordarnos, salvando las distancias, a la de don Quijote y Sancho. Tal vez a Sherlock Holmes y el doctor Watson. ¿Qué tal Robinson Crusoe y Viernes? ¿Phileas Fogg y Passepartout? ¿Gandalf y Bilbo?
En fin, esas parejas del mismo sexo que encuentran su amistad en la contradicción.
La historia incluye el robo y recuperación de una pintura renacentista de incalculable valor. Eso es parte de una frenética batalla por una inmensa fortuna familiar dejada por una señora mayor, a la que Gustave amó con tensión erótica; y es el inicio de la más dulce historia de amor de Moustafa con una bella muchacha.
Como telón de fondo o paradigma, tenemos a Europa que está sufriendo una rápida y drástica transformación; con ella, cambian los sujetos. Solo el famoso hotel Budapest se mantiene como gallardete de una época que se desvanece.
Si la película no es perfecta es porque a Wes Anderson le cuesta un mundo dejarse seducir por la elipsis narrativa (resumir) y, por eso, el filme se le cae sin necesidad alguna, por perder tensión. Anderson es autor que lo quiere contar todo por una sola razón: entre más diga, más creatividad visual.
En efecto, se trata de una película visualmente artística: sorprende gratamente plano a plano, desde el encuadre a la secuencia, con gozosa originalidad, por lo que la cámara nos atrapa a cada momento desde el asombro.
El gran hotel Budapest se luce con un elenco de primera línea y con su magnífica dirección actoral. Dentro de esa pasarela histriónica sobresalen Ralph Fiennes y Tony Revolori, con la súbita y generosa amistad de sus personajes (antes mencionados). Así es cómo se complementa de bien la puesta en escena.
Precisamente, ahí se enmarca un filme de valiosos sentimientos e inteligente con sus conceptos (ideas en juego), con distintos narradores protagonistas, relatada por capítulos y con retrospecciones, sin perder su unidad.
Con muy buena presencia de la música del gran Alexandre Desplat, tenemos una fábula de definida moraleja: la película lo dice de manera exacta y ataca la codicia que corre por las venas humanas como maldición, en este matadero salvaje que alguna vez fue la humanidad, ¡alguna vez! No se la pierdan.
Ficha técnica
El gran Hotel Budapest
EE.UU. 2014.
GÉNERO: Comedia.
DIRECCIÓN: Wes Anderson.
ELENCO: Ralph Fiennes, Tony Revolori.
DURACIÓN: 100 minutos.
CINES: Nova Cinemas, Cinépolis Metrópoli, Cinemark Curridabat, Magaly.
CALIFICACIÓN: Cuatro estrellas de cinco posibles