
La mejor operación que hay en la película navideña
No se trata de una película navideña al uso hollywoodense, todo lo contrario: este filme sabe reírse de sí mismo y sabe ser socarrón ante tanto estereotipo acerca de la Navidad. ¿Cómo lo logra? Lleva la trama hasta el punto de lo absurdo, de la exageración misma; sin embargo, con ternura, también se resuelve a favor de los sentimientos más positivos que afloran por esta época.
Se dice por ahí que, según una profecía maya, en el 2012 se termina el mundo. Esto significa que estamos viviendo la última Navidad, según los “creyenceros”. Si es así, el cine se apunta bien con esta sentida comedia para cerrar el tema navideño antes de que la especulación maya sea realidad.
No está mal recordar que, durante la Navidad, celebramos el importante nacimiento de Jesús, llamado coloquialmente el Niño Dios. No recuerdo en qué momento apareció esa figura bonachona de Papá Noel, San Nicolás o Santa Claus. Lo cierto es que el cine hoy se aparta del concepto del Jesús nacido y redentor, de los villancicos y de la tradición de los portales creados por Francisco de Asís, entre otros códigos de fe religiosa.
Con Colacho aparecieron trineos, renos, chimeneas, nieves, jojós y un montón de signos más bien comerciales. Con la película
Hay más, la actividad navideña la muestra el filme como un duro ejercicio militar. Ahí, el hijo mayor de Santa Claus, comandante imperial, domina todo con duendes vestidos como los soldados del escuadrón militar más refinado, ¿los Seal del ejército de Estados Unidos?
El cambio vendrá desde un muchacho más bien ingenuo, Arthur, hijo menor de los Claus, y, desde su abuelo, el viejo Claus cascarrabias y jocoso, quienes se resisten al avance tecnológico que hace de la Navidad algo mucho más impersonal. Ellos no aceptan que una niña, una sola, se quede sin regalo por un error técnico: lo humano sobre el poderío de las computadoras.
Ya lo dije, la historia está muy bien contada, con una muestra visual exquisita gracias a su atinado despliegue técnico. Es película fresca, alegre como divertimento y, además, amorosa, lo es gracias a un héroe inesperado. Esta cinta recupera algo perdido por otras películas navideñas: ¡imaginación! La recomiendo para toda la familia.