Cuando en el 2014, el director polaco Pawel Pawlikowski ganó el Oscar por su película Ida (2013), su nombre saltó a la palestra y el filme se convirtió en importante éxito del cine-arte, ese que se atreve a competirle espacios al cine comercial.
Los premios continuaron. En el Hollywood Reporter se escribió sobre Ida lo siguiente: “Una delicia para los conocedores, una obra singular en estos días, que encontrará un nicho a nivel internacional entre los que tienen gustos refinados”
Sin embargo, aún faltaba buen cine por ver de la mano de tan buen director y, así, ahora tenemos en cartelera otra película suya, también excelente e intensa. Es una nueva expresión orgullosa del llamado cine-arte con el título de Guerra fría (2018).
Los premios volvieron a lloverle al director polaco, quien reside en Inglaterra. De nuevo fue nominado al Óscar y –otra vez– uno puede repetir lo que sobre Ida se escribió en el Hollywood Reporter.
Si Ida destacaba por su fotografía, ahora Guerra fría viene a darle un papel especial a la música, por cuyo pentagrama con folclóricas voces, más un jazz dolido, corre un drama amoroso muy bien vertebrado con la política europea de una época que viene desde los años 40.
Hay directores que optan por darle un papel más discreto a la música, incluso quienes no la utilizan y obtienen buenos resultados. Algunos críticos han llegado a plantear que la música no debe oírse en una película, pero el director Pawel Pawlikowski plantea su filme de tal manera que el cántico es mucho más que un telón sonoro.
Así, la música nos adhiere a una relevante y sublime construcción dramática que va en capítulos, gracias al uso de la pantalla en negro o esfumado para separar situaciones narrativas. Por ahí pasan el amor en su expresión más contradictoria, las verdades y las mentiras de la política, el sexo como forma de adhesión y las dificultades de la condición humana.
El montaje es importante en esta película y está muy bien logrado, pero con la música (entre sus melodías) tengo que destacar la valiosa dirección actoral.
Esta hace que los personajes se nos metan orgánicamente, adentro de la piel, y vivamos el drama de una pareja que se ama por encima de sus propias o ajenas contradicciones o negaciones.
Desde el comienzo, la fotografía es admirable como arte expresivo. La cámara se toma su tiempo para visualizarla y hace que Guerra fría se convierta en algo más que un filme para ver: se trata de un “bien cultural”, es cine inflexible como arte, no afloja nunca y –como tal– se aglutina en términos narrativos. Cine compacto, entonces En momentos de la comercialización más burda del cine, con la paradoja del avance tecnológico como barbarie, Guerra fría es una bocanada necesaria para sentir que no todo se ha perdido en el sétimo arte. No se pierdan este filme.
GUERRA FRÍA
Título original: Zimna wojna
Polonia, 2018
Género: Drama
Director: Pawel Pawlikowski
Elenco: Joanna Kulig , Tomasz Kot
Duración: 88 minutos
Cines: Magaly, La Salita
Calificación: CINCO estrellas ( * * * * * ) de cinco posibles