Un cazador tiene a una liebre en la mira de su escopeta, pero cuando va a disparar la liebre se le ha escapado. Sucede. Es igual al montador de toros que cuando cree tener dominado al animal, estesalta y bota al jinete. En cine, alguien lleva bien su película y, de pronto, esta se le escapa por alguna razón.
Creo que esto es lo que le pasa a Jurgen Ureña, guionista y director del filme Abrázame como antes (2017), película con un comienzo que bien nos provoca, pero que de un momento a otro quiere olvidarse de sí misma para meterse en especie de trance “no narrativo”.
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Creo que el cine es narración y representación, no porque la película deba presentarse como historia (según el decir del lingüista francés Emile Benveniste), sino porque es la fórmula con que el arte fílmico le llega mejor a su público. El director es el responsable de eso, aunque es cierto que, en la profusa historia del cine como arte, ha habido directores hacedores de películas que podríamos llamar “no narrativas”.
No crean que este es asunto nuevo, aunque siempre ha sido cuestión un tanto experimental, más de búsqueda académica, más personal y que puede ir desde la sinceridad creativa hasta la pedantería cultural.
En el caso de Abrázame como antes tenemos un filme narrativo de muy acertado comienzo: bien diseñado, bien contado (con buen manejo de la elipsis mediante secuencias cortas y primeros planos también cortos). De alguna manera, ahí “habla” el Jürgen Ureña que hemos elogiado entre los mejores cortometristas del país.
Luego de una descripción de personajes marginados, explotados e insultados por las estructuras de poder, como son las personas transgénero, el filme plantea una situación inicial propia de un relato (el atropello de un muchacho por un auto) para continuar con la debida complicación del suceso, propia de una estructura narrativa.
Ureña no altera siquiera el coherente orden lógico: son los mejores momentos del filme, amén de sus logros visuales y de las buenas actuaciones de un elenco no profesional, sobre todo de Jimena Franco y de Natalia Porras. Es bueno el diseño de personajes, capaz de demostrar que las personas trans no son iguales entre sí, como se cree desde estructuras heterosexuales.
De pronto, no sé si por el afán de Jürgen Ureña de eliminar de su película cualquier vestigio de un discurso narrado, rompe con el tratamiento que traía, o sea, rompe con la cadena de acontecimientos causa y efecto (según la frase de David Bordwell y Kristin Thompson) y deja que la cámara muestre solo emociones de los personajes.
Aquí lo “no narrativo” pasa a ser sistema formal y el filme pierde fuerza interna (vitalidad), pierde progresión y pierde intensidad dramática: la visualidad retórica es su argumentación. Pese a esta especie de desfase, no dudo en que Abrázame como antes es filme que aporta más que otros dentro del cine costarricense, aunque una parte del público no lo sienta así, sobre todo el público que no quiere pensar para entender un filme.
Título original: Abrázame como antes
Costa Rica, 2017
Género: Drama
Dirección: Jurgen Ureña
Elenco: Jimena Franco, Natalia Porras, Camilo Regueyra
Duración: 63 minutos
Cine: Magaly, Nova
Calificación: TRES estrellas ( * * * )de cinco posibles