
“No sé si se puede rodar la violencia de una forma romántica, pero hay que hacerlo”, afirmó Pitt.
Con larga melena y muy sonriente, Pitt se mostró tajante al afirmar que no le molesta interpretar personajes violentos.
“Sería mucho peor para mí interpretar a un personaje racista, me perturbaría más que el de un asesino a sueldo”, señaló.
Para Dominik, la violencia es parte de la historia de una película que cuenta un ajuste de cuentas en el mundo de la mafia, y en el que el director no ahorra sangre ni peleas para retratar una situación que se sitúa en la fase final de la campaña electoral que dio la victoria a Barack Obama.
Basada en un libro ambientado en los años 70, Dominik decidió actualizar la historia y situarla en un momento más actual, y utilizar la crisis económica como un elemento que condiciona hasta el pago de los asesinos a sueldo.
“Sentí que era una historia sobre el capitalismo”, explicó el realizador, quien resaltó que en este momento todo el mundo está motivado por el dinero.
Y en esa necesidad de dinero, los personajes hacen lo que sea necesario para conseguirlo.
En su opinión, no tienen sentido las críticas actuales contra la violencia que contienen algunos libros infantiles, como los clásicos de los hermanos Grimm, cuando lo que hacen es preparar a los niños para un mundo que es mucho más violento que cualquier ficción.
Una violencia que se une a la crisis económica y que responde a la necesidad de Pitt y Dominik para su siguiente proyecto juntos.
“Buscábamos historias sobre nuestro tiempo y sobre quiénes somos, y en estos momentos la crisis económica es lo que ocupa las portadas de los periódicos”, resaltó el actor.
Ray Liotta, Scout McNairy y Ben Mendelson acompañan a Pitt en este filme, que añade toques de comedia negra.