“El Hombre Murciélago, una misteriosa y aventurera figura que lucha por la justicia y atrapa a los malhechores en su solitaria batalla contra las fuerzas perversas de la sociedad... Su identidad permanece en la incógnita”.
Así, el artista Bob Kane introdujo al mundo de los cómics a Batman, su más grande creación. Los tiempos mudan, las personas pasan, pero las esencias permanecen; nada ha cambiado en el Caballero de la Noche a lo largo de tres cuartos de siglo.
Mayo de 1939 era época de depresión económica, de crímenes violentos en tierras estadounidenses y, sobre todo, de la monarquía indiscutible de Supermán, la punta de lanza de DC Comics.
Tras el éxito conseguido, la editorial decidió probar suerte con otros héroes. Kane y su socio, Bill Finger, idearon a un civil cualquiera –sin superpoderes, pero con ansias justicieras– como su apuesta para competir contra Supermán, el hijo de Krypton, imbatible como el acero, provisto de superfuerza y la velocidad de la luz, poseedor de una visión de rayos X y capaz de volar. Descabellado, ¿no?
Kane se inspiró en el filme The Bat , de 1926, y en la máquina voladora de Leonardo DaVinci para conceptualizar la apariencia del personaje. La personalidad oscura y la idea de la identidad misteriosa provienen de El Zorro.
El caso del sindicato químico es el título que dio vida a Batman, en la edición 27 de la historieta Detective Comics . Aunque hoy el código moral de Batman le impide dar más que palizas a los villanos, en sus inicios el personaje resultó mucho más atemorizador que el mamífero que lo inspira y, en el primer número, le causó la muerte a un criminal al que lanzó a un tanque con ácido.
Por petición de DC, Kane y Finger le bajaron el tono al argumento, pues los cómics se dirigían a un público mayoritariamente infantil.
Ni siquiera el propio Kane habría podido predecir que su creación se convertiría en una leyenda que trascendería generaciones, y que su popularidad volaría por encima de la del Hombre de Acero.
“A pesar de tratarse del segundo a bordo, tras la irrupción inaugural de Supermán, es innegable su superioridad en popularidad y trascendencia frente a la del ‘último hijo de Krypton’. La relación de estos dos personajes, sin embargo, es la de dos fuerzas opuestas que se acompañan en la construcción de esta mitología moderna para un mundo en transición de milenios”, apunta El Universal de México.
Para 1940, el encapuchado ya tenía su propio cómic y, tres años después, una tira diaria en la prensa. Su salto a la pantalla grande ocurrió en 1943 y su fama recorrió el mundo en 1966, con la serie televisiva Batman y Robin , protagonizada por Adam West.
Lucha interna. El heroísmo, el miedo y la oscuridad que rodean la realidad de Batman lo convierten en un personaje contradictorio y psicológicamente complejo.
Esta particularidad no solo le ha permitido mantenerse vigente a través de los años, sino que desde el inicio consiguió que el público se identificara con él. “El pilar de la mitología de Batman es la noción de las elecciones. Su historia muestra las opciones de lo bueno y lo malo; la vida y la muerte”, destaca el documental Batman Unmasked , producido por History Channel.
Batman, el álter ego de Bruce Wayne, surgió como la válvula de escape de este multimillonario al rencor, la desolación y la sed de justicia que le dejó el asesinato de sus padres a la salida de un cine.
De niño, Wayne desarrolló una fobia a los murciélagos y, desde entonces, se culpó por las circunstancias que llevaron a sus padres a un callejón oscuro, el último sitio donde estuvieron.
Una noche, sobresaltado porque había un murciélago fuera de su ventana, decidió enfrentarse a su gran temor y tomó a estos inquilinos de la oscuridad como su ícono. “Él creó este símbolo que significa que nunca puede mostrar debilidad. Está la lucha entre lo que es bueno para Bruce Wayne y lo que es correcto para Batman, y esas dos cosas no siempre son compatibles”, explica en Batman Unmasked el actor Christian Bale, protagonista de la trilogía fílmica de Christopher Nolan.
La psicología sombría del héroe de Gótica fue profundizada por el historietista Frank Miller con su novela gráfica El Caballero de la Noche (1986), luego de tres décadas en las que prácticamente había sufrido la amputación de sus orígenes lúgubres. La obra de este dibujante y guionista lo llevó a niveles casi psicóticos que hoy son la gran razón de su prestigio en la cultura pop del cómic y el cine.
Para Eduardo Salazar, del Club Batman Costa Rica, la vigencia del Murciélago tiene que ver con su talento para reinventarse a sí mismo: “El personaje de Batman se ha adecuado a cada década. Ha variado el Batimóvil, el traje, la conceptualización de la Baticueva, los enemigos... Nunca se quedó quieto”.