Fue cuando estaba en el colegio, que Stefani Díaz Valerio se enamoró de la biología. Su profesora de esa materia en parte fue responsable de despertar la curiosidad de la joven, y hacerla preguntarse “cómo, desde dentro de un organismo, se codifica toda la información para que este sea de cierta manera”, recordó la muchacha de 26 de años.
Más tarde y mientras cursaba una maestría en Microbiología y Bioquímica en Georg August Universität en Gotinga, Alemania fue la misma curiosidad la que la llevó a matricular un curso optativo de introducción a la bioinformática y así terminó especializándose en esta materia.
“La bioinformática es el uso y desarrollo de herramientas computacionales para el análisis de datos biológicos, y con esto nos referimos a secuencias de ADN; sirve para entender cómo, con un grupo de letras, se codifica todo un organismo”, resumió Díaz.
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Las posibles letras que se encuentran en las secuencias de ADN son las de las bases nitrogenadas: Adenina (A), Guanina (G), Citosina y Timina (T).
¿Pero por qué usar computadoras para entender la conformación de los organismos? “Hace algunos años en Inglaterra se hizo el experimento de imprimir el genoma humano. Al final resultó en una biblioteca que tenía 130 volúmenes con letra súper chiquitita. Eso para el ser humano, pero hay organismos que tienen mucho más material genético”, comentó Díaz.
Debido a la abrumadora cantidad de datos que pueden resultar tras la secuenciación del ADN, se necesitan profesionales como Stefani Díaz, que puedan procesarlos y ayudarle a otros científicos a interpretarlos y acelerar sus investigaciones.
Es por eso que desde desde abril pasado, la joven se integró como parte del Colaboratorio de Computación Avanzada (CNCA), del Centro Nacional de Alta Tecnología(CeNAT-Conare).
Trabajo en equipo
Según Stefani Díaz, su labor es acercarse a los científicos y explicarles que cuentan con una súper computadora en la que se pueden procesar datos. “En el análisis de las secuencias biológicas, ellos generan una cantidad enorme de datos y sus computadoras de escritorio no dan (para procesar grandes cantidades de información)”, detalló Díaz.
Asimismo, dijo que desde el CNCA se convierten en un puente entre diversas instituciones, como centros de investigación de las universidades públicas, por ejemplo.
Esteban Meneses, director del CNCA explicó que la labor de Stefani Díaz y de los investigadores del Colaboratorio de Computación Avanzada del Cenat es “catalizar el descubrimiento científico y la innovación tecnológica, por medio del uso de la computación avanzada, la estructura de software y hardware que tenemos”.
“Muchos de esos procesos que Stefani está diciendo que se harían de una forma manual, (en el CNCA corresponde) automatizarlos y acelerarlos”, continuó Meneses.
Un trabajo en equipo
Entre los proyectos en los que Díaz participa en la actualidad, está el de Efraín Escudero, estudiante de doctorado en la Escuela de Biología de la UCR (en el área de Micología). El joven estudia hongos asociados con plantas de la familia del café, para ver si la interacción de la planta con el hongo le genera cierta resistencia a patógenos.
“Si se logra identificar que hay ciertos hongos que cuando están viviendo en la planta evitan que llegue un patógeno a causarle enfermedades a la planta, sería muy útil saberlo, pues tal vez se podría aplicar a las plantaciones de café, en lugar de utilizar agroquímicos”, comentó Díaz.
Escudero se encargó de realizar todo el muestreo de las plantas, de la extracción de ADN y de generar los archivos con información, luego de eso, la bioinformática entró en acción en el proyecto.
“Él genera las secuencias de ADN y es como generar libros en blanco sin el título; uno de los primeros pasos (que se sigue desde la bioinformática) es poder asignarle el título y saber a quién pertenece el hongo. Una vez que ya sabemos eso, gracias a una base de datos (con la que contamos) que te genera también dónde se localiza el hongo, bajo qué condiciones crece si tiene alguna propiedad interesante, entonces logramos asociarlo con las otras características que lo definen”, explicó la investigadora.
Por suerte, para escudero existe la bioinformática, pues según esta joven, si no existiera dicha disciplina sería como tomar una hoja de cálculo y una de un procesador de textos y empezar a comparar, archivo por archivo, hasta poder saber cuál es cuál. “Sería una labor titánica”, resaltó Díaz.
Paso a paso
Sobre el desarrollo de la bioinformática en el país, la investigadora aseguró que es un área en donde hay mucho interés, pues según ella, “ya hay científicos que por su cuenta van viendo que es importante conocer las herramientas y aplicarlas en la investigación”.
Asimismo, el colaboratorio se encarga de abrir espacios para que los científicos aprendan a usar las herramientas de bioinformática y que estas puedan impulsar sus investigaciones.
¿Qué habilidades se requieren para brillar en este campo? Según Stefani Díaz, ser creativo y que le guste travesear. También, la persona interesada en desarrollarse en este campo debe tener gusto por el área computacional, por la programación, "así como por entender esta lógica de que cuando uno le habla a una computadora para que haga algo, tiene que decírselo en un lenguaje que ella entienda", dijo la joven graduada de la Universidad Nacional.
Otro de los ingredientes que le han ayudado a Díaz a destacar en esta área ha sido el apoyo familiar. “Cuando yo llegué a mi casa y dije que quería ser bióloga, me dijeron: ’Sí, adelante! Hubiese sido muy diferente si me dicen que esa no es una profesión para chiquitas”, concluyó.
Por otra parte, Esteban Meneses, director del CNCA celebró la llegada de Díaz al colaboratorio, pues es la única mujer que trabaja allí. Así, según él, la joven ha agregado el ingrediente de la diversidad.
