¿Recuerda usted cuando era pequeño y usaba libros para colorear? Un proyecto del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) le propone lo mismo, pero, en este caso, el lápiz de color será el cursor del mouse y, en lugar de hojas de papel, deberá “pintar” conexiones entre neuronas. ¿Se anima?
El proyecto se llama Eyewire, y los costarricenses podrán conocer más de él pues Amy Robinson, una de las investigadoras involucradas estará en nuestro país el próximo 23 de octubre para hablar sobre el proyecto y participar en la conferencia anual TEDxPuraVidaJoven.
La iniciativa es un videojuego que aspira a recrear las conexiones nerviosas (o conectoma) de la retina, con el fin de entender los procesos que realiza el cerebro cuando se expone a estímulos visuales; para ello recurre al aporte de ciudadanos de todo el mundo.
¿Cómo funciona? Los investigadores de MIT trabajan con imágenes de la retina, escaneadas por medio de una técnica llamada “microscopía electrónica serial”.
Con esa información pretenden develar el mapa de conexiones de neuronas que se generan en ella.
“Así, los jugadores analizan imágenes, identifican las neuronas en 3 D que han crecido dentro de un cerebro”, explicó Amy Robinson a La Nación .
El trabajo de ver cuál célula se conecta con cuál otra célula a través de las sinapsis (proceso de comunicación entre neuronas) llevaría mucho tiempo; por esto, los científicos convirtieron esta tarea en un videojuego.
En él colaboran gustosos escultores, estudiantes de colegio, personas retiradas, dentistas y neurocirujanos, que se encuentran en edades entre 13 y 86 años.
Los jugadores reciben cubos que equivalen a neuronas, y se les asigna el objetivo de “mapearlos”; es decir, rastrear las ramificaciones que los ayudan a conectarse. “La comunidad de Eyewire nos permite trazar las células enteras, y vemos sus circuitos. Esto nos revela cómo estas neuronas hacen lo que hacen”, aclaró la joven.
La misma dinámica del juego asegura que los resultados sean lo más correctos posibles pues, luego de que cinco personas han “jugado” con la misma neurona, los científicos involucrados en el proyecto, la revisan y la dan por válida.
Hay cubos fáciles y otros más complicados. “Algunos de los cubos avanzados son muy difíciles.
Los mejores jugadores en Eyewire son tan buenos en la navegación de los cubos más difíciles como lo son los expertos entrenados del MIT”, reveló la investigadora Robinson.
Hasta la fecha, el proyecto ya ha arrojado algunos resultados: uno de ellos se publicó en mayo de este año en la revista especializada Nature. El artículo reveló los mecanismos que tienen los mamíferos para identificar en cuál dirección se mueve un objeto que ellos ven.
Próximo paso. El videojuego pretende seguir abriendo una senda para estudiar cómo funciona el cerebro. Esta es una de las razones por las cuales esta joven investigadora se involucró en el proyecto.
“Vivimos en una edad de oro de la neurociencia pues hay un progreso exponencial en muchos campos diferentes dentro de la neurociencia. Esto revoluciona nuestra comprensión de nosotros mismos”, afirmó Robinson, aunque reconoció que todavía le queda a la humanidad un largo camino por recorrer.
“No entendemos, y por lo tanto aún no podemos prevenir o curar la mayoría de las enfermedades neurodegenerativas, como el Alzheimer o la depresión. ‘Mapear’ el cerebro (tal y como lo hace Eyewire) serviría para cambiar eso”, dijo.
La investigadora aseguró que ello representa también una oportunidad para los seres humanos, para explorar cuestiones más filosóficas, como lo es la curiosidad.
Por ejemplo, solemos preguntarnos por qué nos encanta ver cosas bellas o qué sucede en el cerebro cuando una persona aprende.
A Robinson le agrada saber que este proyecto, que aspira a entender el cerebro, no es privilegio de pocos. “Es una tarea enorme, y es maravilloso ser parte de un proyecto que invita a cualquier persona en el mundo a unirse en este camino de descubrimiento”, concluyó.
El juego se enmarca en la llamada “ciencia ciudadana”. En ella, personas comunes colaboran en proyectos, como observar aves en ciertas zonas o comprobar la forma en que se pliegan las proteínas.