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La película Misión Rescate , basada en el libro El marciano de Andy Weir, es protagonizada por el actor de Hollywood, Matt Damon, quien encarna al astronauta Mark Watney, abandonado en Marte. ( 20TH CENTURY FOX para LN)
Dicen que la realidad a veces supera a la ficción, pero en el libro El Marciano ambas se dan la mano; algunas de las tecnologías que ahí se mencionan ya han sido desarrolladas por la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA), con miras a explorar el Planeta Rojo.
¿Cómo cuáles? Un habitáculo que permitiría la supervivencia de los astronautas en Marte; un sistema de plantación, para que puedan cosechar sus propios alimentos en la superficie marciana y un traje espacial con singulares características para sobrevivir a las extremas condiciones de ese planeta.
A esta lista se suman vehículos especiales para circular en Marte, técnicas para recuperar agua y para generar oxígeno.
Destacan también la propulsión basada en iones, paneles solares y un generador termoeléctrico de radioisótopos (RTG).
El marciano. Si bien la NASA y otras agencias espaciales se han esmerado, en los últimos años, en construir las bases de un posible viaje a Marte, el responsable –por estos días– de que miles de ojos se posen en estas tecnologías es el estadounidense Andy Weir.
Weir es el autor de El Marciano , novela en la que se basa la película Misión Rescate, dirigida por Ridley Scott. También es un desarrollador de software y, según se define él mismo, “un nerd del espacio de toda la vida”.
La aventura marciana empieza cuando una tormenta de polvo casi mata al astronauta Mark Watney en el Planeta Rojo.
El suceso obliga a la tripulación de su misión a evacuar Marte, pues todos piensan que Watney está muerto y lo dejan solo .
De ahí en adelante es que la tecnología espacial empieza a lucirse en la historia.
Cobijo. En El Marciano , el protagonista Mark Watney consume gran parte de su tiempo en el Hab, un módulo especialmente diseñado para que los astronautas trabajen, duerman y se protejan del clima.
Un sitio similar existe en la Tierra, específicamente en el Centro Espacial Johnson de la NASA y se llama Investigación Analógica de Exploración Humana ( HERA por sus siglas en inglés).
Por ahora se utiliza para entrenar a los astronautas que pasarán largos periodos en el espacio. Pero en el 2030 –año en que se pretende que la humanidad llegará a Marte– sería una opción para viajeros interplanetarios.
HERA tiene un aspecto cilíndrico y está compuesto por dos pisos. A la vez se conecta con otros dos módulos: uno de aire simulado y el otro de higiene. Ofrece a sus habitantes espacios para descansar, trabajar y, por supuesto, para hacer sus necesidades.
Su uso permite también que la NASA se prepare para enfrentar condiciones de salud, que eventualmente se podrían presentar en una misión en el espacio profundo, como la que implicaría un viaje a Marte.
“Todas las tecnologías de El Marciano son realizables si contáramos con la voluntad (y el presupuesto) para llevarlas a cabo”, comentó el director del proyecto Mars Express de la Agencia Espacial Europea (ESA), en una entrevista con el sitio Gizmodo.
Disponer de refugio es solo una de las preocupaciones que tendría un humano en Marte. Asegurar el alimento sería también de vida o muerte.
Comida espacial. En la actualidad, cada cierto tiempo se envían provisiones a los residentes de la Estación Espacial Internacional (EEI), pero en una misión al Planeta Rojo, una “entrega rápida” tomaría por lo menos unos nueve meses, según aclaró la NASA.
En El Marciano , el astronauta abandonado en Marte se concentra en sembrar papas, pues hace cálculos y sabe que las reservas de alimento que le dejan sus compañeros no durarán por siempre.
Aunque esos tubérculos no son por ahora un cultivo que se haya sembrado en el espacio, la lechuga sí.
Un proyecto llamado Veggie , del Centro Espacial Kennedy, liderado por Gioia Massa, ya sembró y cosechó esta hortaliza, con ayuda de bombillos led rojos, verdes y azules.
La segunda plantación de lechuga se consumió un año después, luego de que las muestras se enviaron a Tierra para comprobar que estaban libres de bacterias nocivas para los humanos.
“En su momento, creíamos que no iban a ser tan crujientes como las de la Tierra, pero parece que son casi lo mismo”, comentó, en agosto pasado, Gioia Massa.
Con estos experimentos, la NASA no solo se interesa en entender cómo pueden reaccionar ciertos cultivos en el espacio, sino también en levantar la moral de los astronautas, al ofrecerles alimentos como los de “casa”.
En movimiento. La protección en las caminatas de exploración y el desplazamiento son otros dos temas que sobresalen en El Marciano y en los que la NASA ya ha comenzado a trabajar.
En el libro, el astronauta Watney utiliza su traje espacial y el de sus compañeros para sobrevivir en la superficie marciana. También usa un vehículo de exploración. La agencia espacial estadounidense investiga, en la actualidad, cuáles deberían ser las características de los trajes que usarán los exploradores de Marte. En esa búsqueda ya han diseñado el traje Z-2 y el Prototype eXploration Suit.
La idea con estos prototipos es identificar posibles vacíos en las tecnologías existentes, así como los materiales más apropiados.
Según la NASA, si un astronauta realiza una caminata espacial en el Planeta Rojo, uno de los principales peligros para el instrumental de la misión es que el polvo de la superficie llegue a ellos, pues los dañaría.
En la historia de El Marciano , Watney utiliza un vehículo para explorar la superficie de Marte, alrededor del habitáculo e incluso se ve obligado a modificarlo para facilitar sus maniobras.
La NASA, suponiendo la cantidad de imprevistos que pueden suscitarse en una misión de este tipo, trabaja en vehículos de exploración espacial multimisión (MMSEV).
Los vehículos tienen seis juegos de ruedas y en caso de que una de estas se dañe, el artefacto levantará la rueda dañada y seguirá funcionando con las demás. Además, este rover (vehículo de exploración espacial) contempla otros factores como la protección contra la radiación.
Una investigación publicada en mayo de este año por Science Advances aseguró que la radiación de un viaje a Marte o a un asteroide, podría deprimir el sistema nervioso central y provocar la pérdida en las capacidades cognitivas de un ser vivo.
“Si los cambios neuronales que ocurren en ratones ocurren en astronautas, su respuesta a situaciones inesperadas y su habilidad para razonar en el espacio y para memorizar información puede verse dañada”, señaló la investigación.
Supervivencia. El agua, el oxígeno y la búsqueda de fuentes de energía son de vital importancia en El Marciano y en la vida real.
Diversos astronautas han demostrado cómo en la Estación Espacial Internacional (EEI) no se desperdicia ni una gota de agua, ni siquiera el sudor o la orina, pues se cuenta con el Sistema de Soporte Vital y Control Ambiental, que recicla el líquido.
Con el oxígeno sucede algo similar, en la EEI tienen un Sistema de Generación de Oxígeno que hace posible la respiración. Y cuando de energía se trata, al igual que el ficticio astronauta Watney, se aprovechan las bondades de los paneles solares.
El Marciano echa mano de un Generador Termoeléctrico de Radioisótopos (RTG) que permite a Mark Watney generar calor, pero esa no es su única hazaña, en la vida real esa tecnología ha acompañado misiones como la del Apolo 11 a la Luna.
Los RTG funcionan gracias al decaimiento natural del plutonio 238. En palabras llanas, son baterías espaciales.
Y por último, pero no menos importante, la nave Hermes de Mark Watney es impulsada por la propulsión de iones, tecnología ya probada en naves espaciales como Dawn, que actualmente estudia el planeta enano Ceres.