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El globo terráqueo que propone Orboot es solo un paso para abrir nuevos mundos.
Santiago, Chile (GDA/El Mercurio). Orboot es la evolución del tradicional globo terráqueo, esfera con la que muchos han pasado horas descubriendo capitales, ríos y fronteras, o dándole vueltas solo para soñar a qué país viajar.
Pero en el siglo XXI, el globo terráqueo que propone Orboot es solo un paso para abrir nuevos mundos.
Con la ayuda de una aplicación y una tableta (o teléfono), los escolares pueden ver los trajes típicos, información del clima, los animales que viven en una región y hasta los inventos que se han creado en un determinado país.
Todo esto gracias a la realidad aumentada, tecnología que permite alternar objetos reales con otros creados virtualmente.
Así, los estudiantes apuntan a un colorido globo terráqueo real y en la pantalla les aparece información entregada en forma didáctica y entretenida, en la modalidad de juegos, cuentos o animaciones.
“A medida que entramos a una nueva década, nuestros juguetes integrarán cada vez más lo físico con los juegos digitales, con el objetivo de desarrollar nuevas habilidades de aprendizaje”, dice Vivek Goyal, CEO de PlayShifu, la empresa fabricante.
En la última feria tecnológica CES de Las Vegas, la empresa lanzó una actualización del globo terráqueo, que incluye el mundo de los dinosaurios y un viaje al planeta Marte, para aprender sobre las misiones y los vehículos de exploración.
Mezclar el mundo real y el virtual es una tendencia que se vio en la feria CES.
Una de las tecnologías más asombrosas es la que presentó Bandai Namco, desarrollador de videojuegos.
Entre sus propuestas había un juego llamado Tori, que combina las manualidades y el videojuego.
Los niños -entre 6 a 12 años- pueden crear sus propios juguetes, como una nave espacial o una catapulta, y con ellos controlar un videojuego en un celular o tableta.
“Creemos en métodos creativos, lúdicos y activos, que desarrollan actividades donde la resolución de problemas, la creatividad y la concentración son fundamentales.
En ese sentido, Tori permite que los niños se diviertan y expresen su personalidad a través de experiencias creativas e interactivas con un equilibrio perfecto entre el tiempo dentro y fuera de la pantalla”, dijo Herve Hoerdt, vicepresidente senior de Marketing en Bandai Namco Europa.
Para jugar, el niño toma la pequeña nave espacial que diseñó y con sus manos hace el ademán de volar sobre una plataforma o board (la que tiene la tecnología). Lo sorprendente es que si el niño mueve su juguete hacia la derecha, la nave en el videojuego hace lo mismo.
Mayor motivación
“Estos nuevos dispositivos y tecnologías pueden enriquecer ambientes educativos e incorporar nuevas oportunidades de aprendizaje en la escuela.
Su principal aporte es despertar la motivación en los estudiantes, particularmente para aquellos que muestran dificultades cuando se usan estrategias tradicionales”, dice Hugo Martínez, especialista en informática educativa y director pedagógico de Colegium.
Pero Martínez advierte que su introducción al sistema escolar siempre debe ser planificada. “Hay que evitar el riesgo de sobredimensionar el rol de la tecnología por sobre el rol de facilitador del profesor y de la didáctica, que define cómo se aprovecharán las oportunidades de los nuevos dispositivos”.
En ese sentido, dice, siempre el desafío es lograr un objetivo significativo de aprendizaje. En Chile, Samsung está incorporando Flip, la evolución de la pantalla interactiva.
“Hasta cuatro personas pueden escribir en la pizarra, simultáneamente y en colaboración, reemplazando a los antiguos pizarrones”, dice Carlos Neira, gerente de Soluciones Corporativas de Samsung Chile. Flip es una pantalla táctil de alta resolución.
Al enlazarse con dispositivos móviles, tanto el profesor como los alumnos pueden intervenir desde sus dispositivos para potenciar la colaboración. Así, si el maestro realiza un ejercicio en la pizarra, el alumno puede resolverlo desde su puesto y en su celular.
Otra tendencia es utilizar pequeños robots para fomentar el aprendizaje. Uno de ellos es Roybirot, que ayuda a niños de 3 a 7 años a aprender idiomas y habilidades Stem. Incluye 500 lecciones habladas, gracias a su sistema de reconocimiento de voz.
Además, detecta la emoción del niño y, usando inteligencia artificial, el aprendizaje se gradúa automáticamente al ritmo de cada alumno. El padre o el profesor pueden establecer horarios de aprendizaje y repetir lecciones, si lo desea.
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