“En lo que es tecnología, estamos muy limitados. No tenemos Internet y tenemos unas computadoras que son muy estáticas. Por eso me parece bonito aprender todo lo que se pueda”, aseguró, emocionado, Rafael Mora, de 28 años.
Este joven estudia Administración de Empresas en la Universidad Estatal a Distancia (UNED) y también es uno de los 11 privados de libertad que forman parte de un plan piloto llamado Priva2 3D, el cual se imparte en el centro penal Gerardo Rodríguez, en Alajuela.
La iniciativa, que se extenderá durante cinco semanas, pretende enseñarles a los estudiantes a diseñar productos y a materializarlos con ayuda de impresoras 3D (capaces de imprimir objetos en tres dimensiones).
Los alumnos del taller ya pensaron en los productos por desarrollar. Mora, por ejemplo, considera que imprimir un banco plegable resolvería los problemas de espacio que enfrentan en la cárcel. “El proyecto que se me ocurrió consiste en un banco que sea ergonómico, de fácil transporte, que tenga piezas plegables y resistentes (...). Además, serviría a los visitantes, pues la visita acá es masiva”, comentó.
Mientras, para su compañero Leonardo Guzmán, de 35 años, resultó más interesante el concepto de una cuchara que incorpore también un cubierto.
“La idea es que tenga un precio módico, que los privados de libertad no tengan que andar pidiendo cubiertos prestados. Como estaría pegado a la cuchara, no se perdería fácilmente”, afirmó Guzmán, quien, al igual que Mora, estudia Administración de Empresas en la UNED.
Así como ellos dos, otros participantes en esta iniciativa pensaron en artículos que les ayudarán a resolver problemas de la vida cotidiana dentro del centro penal. Dos de ellos diseñarán mesitas plegables para estudiar en la cama, pues ese es el espacio que tienen para hacer sus tareas y repasar la materia. O bien, bolsas para cargar sus útiles.
Novedad. Ana Rodera, facilitadora del proyecto y pasante posdoctoral en la UNED y la Universidad Veritas, explicó que Priva2 3D pretende ser algo más que un taller de cinco lecciones.
“Nos pareció interesante esta oportunidad de traer contenidos a los privados de libertad para que puedan ver el proceso de diseño, prototipado. Que entiendan que eso se puede extrapolar a otros proyectos o contextos (...). El contenido de impresión 3D fue la excusa perfecta para poder trabajar con ellos habilidades y competencias que el ciudadano del siglo XXI necesita”, afirmó.
Los reclusos no solo aprenden a modelar con software libre, o a utilizar una impresora 3D. En la sesión final, deberán enfrentarse con un jurado calificador, como si sus integrantes fueran potenciales inversionistas.
“Esta es una dinámica: están yendo desde el diseño, hasta lograr convencer a alguien más de que su proyecto es importante”, comentó la psicóloga Alicia Sandoval, una de las colaboradoras del taller Priva2 3D.
“Más que la tridimensionalidad, a mí lo que me sorprende es eso (... ). Yo sé que esto es una puerta abierta a un futuro mejor”, comentó Guzmán.
Además, manifestó que tanto él como sus compañeros valoran el esfuerzo de los facilitadores, quienes cada semana les ayudan con sus proyectos y destinan parte de su tiempo a buscar contenidos para que ellos aprendan.
El agradecimiento es evidente, pues según Valentina Marín, profesora del Centro de Investigación para la Innovación (CINNO) de la Universidad Veritas, ellos son los alumnos perfectos: “Prestan muchísima atención, son muy creativos. Le ponen un montón, uno a veces ve gente que no le pone. Yo estoy muy agradecida y feliz de estar acá”, afirmó.
Entusiasmo. Priva2 3D no ha sido un proyecto fácil, reconoció Rodera, sobre todo por las limitaciones tecnológicas que existen en un centro penal: la ausencia de Internet y de presupuesto.
Sin embargo, la iniciativa cuenta con un equipo interdisciplinario y muy entusiasta, donde además de la UNED y el CINNO de la Veritas, destacan la empresa Creativa dS2 y la Fundación Nueva Oportunidad.
“Es importante que la empresa privada busque la manera de hacer que esta gente pueda reinsertarse en la sociedad”, señaló Abraham Pineda, quien por esa razón decidió participar de la iniciativa, aportando el conocimiento que ha acumulado en su compañía Creativa dS2.
Rodera espera que este sea apenas el comienzo y destaca que los estudiantes son excelentes.
“No estamos acá para juzgar lo que ellos hicieron. Estamos acá para darles formación. Quien los tuvo que juzgar, ya lo hizo. Ahora hay que darles una oportunidad. Este es un proceso de aprendizaje coconstruido”.