SAN JOSE (AFP) La deforestación y la fiebre constructora en el hábitat de las vistosas lapas o guacamayas verdes y rojas, sumado a su captura para convertirlas en animales de compañía, diezmó la población de estas aves, ahora fuertemente amenazadas con desaparecer de Costa Rica.
De las dos especies del grupo de los psitácidos, la lapa verde es la está en mayor peligro.
Estos inteligentes animales, fieles de por vida a la misma pareja, se encuentran también en el norte de Colombia, Panamá y Nicaragua, pero es en este último país y en Costa Rica "donde están más amenazados", alerta el director del programa de reproducción de la Fundación Restauración de la Naturaleza, Raúl Fournier Zepeda.
Actualmente quedan unas 30 parejas reproductoras en libertad y unos 250 individuos de lapa verde (Ara ambigua) en la zona del Caribe, según Fournier Zepeda, director del programa de reproducción de la Fundación, que junto al Zoo Ave, un orfanato para animales decomisados y mascotas rechazadas por sus dueños, son la cara más visible de su actividad de conservación.
"La lapa verde está prácticamente en extinción. Necesita bosque muy húmedo para vivir", advirtó a la AFP. Y estos bosques húmedos, situados en la zona del Caribe, están desapareciendo a gran velocidad por la deforestación y la construcción de viviendas.
La carestía del terreno, atizada por la fuerte inversión para el turismo, hace casi imposible poder comprar bosques donde introducir las lapas verdes, como lo viene haciendo la Fundación -con notable éxito- en el caso de las rojas.
"Es en estos casos en que el gobierno debería hacer algo. Los parques nacionales están muy cerrados a la reintroducción porque tienen miedo por la fauna existente en el parque", dice el biólogo.
Las introducciones se suelen hacer en áreas donde no hay población silvestre para preservar a las especies existentes de eventuales enfermedades, pero eso significa que hay que buscar lugares nuevos y plantar su alimento preferido, el almendro, árbol que tarda hasta 30 años en crecer.
Por el momento, los 18 ejemplares de Ara ambigua que se encuentran en una jaula del tamaño de un pequeño edificio listos para emprender el vuelo en la vida silvestre tendrán que esperar, por lo que actualmente se ha paralizado el programa de reproducción de sus ocho parejas hasta que se encuentren los 80.000 dólares necesarios para ejecutar su liberación.
En cambio, la reproducción y la liberación de las lapas rojas (Ara macao) iniciada en 1999 se realiza con un éxito "casi de 100%", según este biólogo regente del centro.
En Costa Rica quedan dos grandes poblaciones de lapas rojas que suman alrededor de 1.200 parejas, en la zona pacífica del país.
Al principio la supervivencia de las liberadas era más difícil, pero gracias al espíritu gregario y solidario de estas inteligentes aves, las nuevas son rápidamente acogidas en el grupo.
Más de 27 parejas reproductoras en el centro cumplen con la labor de garantizar el futuro inmediato de esta especie muy buscada por los traficantes de animales por su impactante color rojo, su fácil adaptación a la compañía del hombre y su docilidad.
Para exhibición, el Zoo Ave cuenta con una colección de guacamayos como el bello Ara ararauna, de color azul y amarillo, u otros híbridos creados por el cruce de especies con impactantes colores, víctimas además de la crueldad del hombre para domesticarlos: cortarles las alas para que no puedan volar.
Además de una gran variedad de aves, entre las que se encuentran una pareja de quetzales -pájaros que rara vez sobreviven en cuativerio- en el Zoo Ave se encuentran cocodrilos, ocelotes, una gran variedad de monos, tortugas, pizotes o zorros, salpicados de mensajes educativos explicando a los niños que el mejor lugar para los animales es la naturaleza.
© 2008 AFP