PARIS (AFP) Las críticas de varios científicos escandinavos a la prueba de detección de la eritropoyetina (EPO) ha sembrado dudas sobre su eficacia, a menos de tres semanas de los Juegos Olímpicos y poco después de los casos positivos por EPO en el Tour de Francia.
En junio, un investigador danés, Carsten Lundby, publicó un estudio cualitativo sobre dos laboratorios acreditados por la Agencia Mundial Antidopaje (AMA), pidiendo a ambos que analizaran muestras A y B, con presencia de EPO.
Los resultados fueron, según dijo, totalmente divergentes y los métodos utilizados no coincidían.
El lunes, dos científicos interrogados por la BBC también ponían en duda la eficacia de un test que, en su opinión, deja sin castigo gran número de positivos por culpa de unos criterios de lectura inadaptados.
"La mayor parte de los medallistas y los finalistas de Pekín en las pruebas de resistencia habrán utilizado EPO", estimó el profesor sueco Bengt Saltin.
Su compañero danés Rasmus Damsgaard, implicado en el estudio Lundby, alimentaba la sombra de la duda, también desde la BBC.
"La AMA está sentada en un montaña de casos positivos de EPO. Tienen esas reglas muy estrictas (los criterios de positividad de la prueba) y declaran que todo va bien. ¡Pero no funciona en absoluto! Se puede hacer más o menos lo que se quiera con el EPO y no dar positivo", aseveró.
Las acusaciones cobran una connotación especial a tres semanas de la gran cita de los Juegos Olímpicos, presentados como ejemplo de sistema implacable para detectar a los tramposos.
Pero también agrandan la polémica apenas unos días después del tercer positivo del Tour de Francia-2008, el del italiano Riccardo Riccò, cuyo análisis mostró restos de CERA, una EPO de efecto retardado que nunca antes había sido detectada y que numerosos deportistas creían 'invisible'.
"Ese caso es la prueba de que la AMA realiza, sin hacer ruido, un trabajo importante en materia de mejora constante de la detección de la EPO y, siendo consciente de la existencia de nuevas formas de EPO, se esfuerza por anticipar las tendencias sobre prácticas dopantes", indicó un portavoz de la AMA.
La prueba, validada en el año 2000, fue concebida -por el laboratorio francés de Châtenay-Malabry- para detectar las EPO existentes en la época, la alfa y la beta.
Desde entonces, han ido apareciendo nuevas formas, como la Dynepo, las EPO biosimilares o genéricas o las EPO con retraso (Aranesp, CERA), y los criterios de lectura de los 'viejos' tests han tenido que ir adaptándose.
A pesar de los problemas, se han visto éxitos en este terreno con los casos de Dynepo declarados positivos por EPO en los últimos meses y el ejemplo de Ricco, con CERA. En 2002, fue el Aranesp la forma encontrada en la orina de tres medallistas de oro de los Juegos de invierno de Salt Lake City.
La prueba de la EPO no se presenta menos frágil porque dependa de una lectura humana, parcialmente subjetiva. En el peor de los casos, pueden darse casos dudosos que, por razones éticas y jurídicas, pasan a ser negativos y que pueden permitir 'escapar' al infractor.
"Tenemos cada vez menos falsos negativos", estima un director de laboratorio acreditado. "Pero, llevado al extremo, los falsos negativos no son muy molestos. Lo que hay que evitar son los falsos positivos", añadió.
© 2008 AFP