A las niñas Jackeline Rodríguez Ríos, de 17 años, e Ivette Badilla León, de 14 años, cuyos cuerpos desmembrados aparecieron en diversos lugares en los años 2000 y 2001, se les sometió a una autopsia psicológica. El objetivo de la investigación era establecer un círculo de sospechosos pues los homicidios continúan con autor desconocido.
Durante el trabajo, los psicólogos y psiquiatras trataron de reconstruir las vidas de Jackeline, vecina de Los Guido de Desamparados, e Ivette, quien habitaba en Tirrases de Curridabat, en San José.
Los expertos, con fundamento en las entrevistas, conocieron sobre los antecedentes de las niñas y cómo se iniciaron en el consumo de drogas, especialmente, el crack .
Incluso se llegaron a identificar los lugares (conocidos como búnker) donde las menores se reunieron con amigos para realizar fiestas.
Asimismo, la investigación puso al descubierto que las menores recibieron ayuda como comida y plata de ciertos benefactores, en distintos momentos de sus vidas.
El trabajo reveló el círculo de posibles sospechosos, entre ellos proveedores de drogas, pero aunque las pesquisas se guiaron hacia un individuo, nunca se le pudo relacionar con los homicidios. Para los expertos, el trabajo también es de utilidad para prevenir el consumo.