
Un sujeto de 50 años, de apellidos Alpízar Sancho, tendrá que irse a vivir a Limón temporalmente, mientras se le investiga como sospechoso de dispararle el martes pasado a un vecino de 28 Millas de Batán, en Matina.
Así lo determinó el Juzgado Penal de ese distrito caribeño este jueves, el cual también le ordenó no molestar ni intimidar a la víctima.
En tanto su hermano, de 45 años y quien también figura como imputado en la causa 21–000082–1103–PE, solamente deberá evitar las intimidaciones contra el ofendido, de apellidos Soto Urbina.
La Fiscalía de Batán indicó que las medidas cautelares impuestas para los próximos seis meses fueron las solicitadas, ya que aún es necesario llevar a cabo una serie de diligencias que permitan obtener más evidencias.
“No obstante, las medidas solicitadas se consideran las pertinentes para garantizar que ambos imputados se mantengan apegados el proceso penal”, precisó el Ministerio Público mediante su oficina de prensa.
Los hermanos Alpízar Sancho son parientes (padre –el que tiene 45 años– y tío) de una joven de 16 años que fue asesinada en el 2019 en esa comunidad.
En tanto, Soto Urbina, es hermano de uno de los sospechoso de haber participado en el crimen de la adolescente, según consta en el expediente 19–000631–1103–PE.
“La Fiscalía Adjunta de Limón aclaró que el ofendido por tentativa de homicidio en los hechos ocurridos el martes anterior, no figura como imputado en el caso por homicidio de una menor de edad en el 2019, tal como se indicó por error días atrás.
“Este despacho explicó que a quien se investiga en el caso por el asesinato es a un hermano de Soto Urbina, que tiene sus mismos apellidos”, explicó el ente acusador del Estado.
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El crimen de la menor
El 23 de agosto del 2019, el Organismo de Investigación Judicial (OIJ) abrió una investigación por la desaparición de una menor de 16 años, vecina de la comunidad de 28 Millas y quien estudiaba en el Centro Integrado de Educación de Adultos (Cindea) de esa misma comunidad.
Ella viajaba en bicicleta y tenía que recorrer 1,7 kilómetros entre el centro educativo y su casa.
La tarde del 22 de agosto ella salió de su casa al mediodía, rumbo al colegio. Estuvo en clases, pero ese día salió más temprano porque tenía un ensayo de baile en una vivienda cercana al colegio.
De acuerdo con el informe del OIJ, a las 5:30 p. m. de ese día, luego de que ella recibió una llamada telefónica, tomó su bicicleta y se marchó. A partir de ese momento no se le volvió a ver.
A la joven era común verla en la comunidad a bordo de su bicicleta rosada tipo banana, la cual un indigente intentó empeñar en una compraventa.
No obstante, el propietario del negocio no aceptó la transacción y más bien se encargó de llamar a la Policía para alertarlos sobre la situación.
Investigadores judiciales localizaron al indigente y le decomisaron la bicicleta. Este, al parecer, les indicó que se la había vendido un sujeto de apellido Lezcano, a quien ubicaron poco después, sin detenerlo.
No obstante, este último señaló que la bicicleta se la había dado Soto, quien fue, precisamente, la última persona que vieron junto a la adolescente el día de la desaparición.
Las autoridades también lograron determinar que Lezcano fue el encargado de solicitar una pala en una casa de la comunidad, la cual devolvió con residuos de tierra. Esta herramienta también fue decomisada por las autoridades judiciales.
El cuerpo de la colegiala fue localizado luego de que los investigadores recibieran información confidencial sobre el sitio en el cual se encontraba.
En la actualidad Soto, de 22 años, no cumple con medidas cautelares y, según el Ministerio Público, el caso “avanza en la etapa preparatoria de investigación”.
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Colaboró con esta información el periodista Carlos Arguedas C.