De no haber sido porque las escuelas, colegios, lugares turísticos, parques públicos y muchos comercios y centros de trabajo estuvieron cerrados, la afectación de las personas por el paso de la nube de polvo del Sahara a finales de junio hubiera sido muy alta.
El aislamiento social favoreció la baja exposición de las personas a ese fenómeno que, según datos del Laboratorio de Análisis Ambiental de la Universidad Nacional (UNA) y del Ministerio de Salud, alcanzó niveles superiores a lo permitido.
El jueves 25 de junio fue cuando el evento natural generó las condiciones que más afectaron la calidad del aire.
Para José Félix Rojas, del Laboratorio de Análisis Ambiental de la UNA, gran cantidad de las partículas que el 25 de junio muchos costarricenses respiraron, tuvieron potencial para esquivar todas las barreras naturales del cuerpo hasta llegar a la garganta, los bronquios y los alveolos.
“Niños, adultos mayores o personas que padecen problemas cardiorrespiratorios y alérgicos son los más expuestos a estos fenómenos”, dijo.
Añadió que la nube que nos afectó en junio fue mayor que la de agosto del 2013, la cual generó un aumento en las consultas por problemas respiratorios en hospitales.
La idea ahora es revisar los registros de esos días en diversos centros médicos a sabiendas de que la reciente nube fue más intensa, pero los efectos pudieron ser atenuados por la restricción sanitaria vigente ante la pandemia de covid-19.
Unas 40 personas realizaron trabajos de campo y de laboratorio, para analizar el impacto de la reciente nube en la calidad del aire.
Aunque desde el martes 21 y hasta el viernes 26 de junio hubo afectación, se concluyó que el jueves 25 fue el pico más alto.
Ese día en las partículas finas también llamadas PM 2.5, cuyo valor máximo permitido según el decreto ejecutivo N° 39951-S, es de 25 microgramos por metro cúbico (μg/m3) llegaron a 38,8, mientras que en las menos finas, llamadas PM 10, los valores máximos permitidos son de 100 y estuvieron en 111,3 μg/m3.
Ese exceso puede generar complicaciones en personas con padecimientos respiratorios como asma y generar infecciones respiratorias y oculares. Las partículas de diámetro más pequeño logran llegar hasta los alveolos y pueden ocasionar problemas cardiovasculares.
Entre las recomendaciones del estudio están promover el establecimiento de medidas de prevención ante la llegada de estos eventos, con el fin de notificar oportunamente y proteger la salud de la población.
Un fenómeno que cruza continentes
El polvo del Sahara contiene bacterias, hongos y virus, así como algunos nutrientes, entre ellos nitratos y fosfatos inorgánicos, hierro, sodio, calcio y magnesio, entre otros. La facilidad del transporte de estas partículas de polvo se debe a que son pequeñas y de poco peso.
El viento y las corrientes de aire ascendente las dispersan sobre áreas bastante extensas, alcanzando alturas de entre 5 y 7 kilómetros.
Esa masa de aire se mueve confinada entre capas y recorre grandes distancias de escala planetaria en tiempos relativamente cortos.
Entre sus efectos positivos se menciona la fertilización de grandes bosques, como la selva amazónica de siete millones de kilómetros cuadrados, repartidos entre nueve países de Sudamérica, principalmente Brasil.