
Irene Vizcaíno
El acoso de la prensa y el deseo de tres adolescentes por obtener dinero son los argumentos que usó el sacerdote Enrique Delgado Quirós para explicar las denuncias por abuso sexual en su contra, que desde ayer enfrenta ante el Tribunal de Juicio de Alajuela.
La Fiscalía atribuye al cura, de 50 años, nueve delitos de abusos sexuales supuestamente ocurridos entre mayo y julio del 2002.
Como ofendidos están dos hermanos de apellidos Campos, y otro joven -Fernández-, entonces con edades entre 14 y 16 años.
Según la acusación que leyó la fiscal Floribeth Rodríguez, los abusos ocurrieron durante visitas que hicieron los jóvenes a la casa del religioso, dentro de las instalaciones del clero, en La Garita.
En esas ocasiones, presuntamente, Delgado realizó tocamientos y roces en los genitales de los adolescentes "con ánimo de provocar y confundir los instintos sexuales de los muchachos".
Después, les obsequiaba dinero en cantidades que oscilaban entre ¢1.500 y ¢10.000. Así, según la Fiscalía, les hacía ver que "cuanto mayor intimidad le aceptaran, más se beneficiarían de sus encuentros".
Por estos hechos, las supuestas víctimas reclaman indemnizaciones que suman ¢8 millones.
Por codicia. De acuerdo con la versión del sacerdote, él nunca tuvo contacto con los muchachos.
En el caso de los hermanos Campos, los conocía porque a veces almorzaban en el comedor del clero pues son hijos de una miscelánea que comenzó a trabajar ahí a finales de junio del 2002, aseguró.
Delgado declaró que la abuelita de los muchachos le contó que fue la madre quien impulsó a los jóvenes a denunciarlo, pues es una mujer "codiciosa" y "mala".
Dijo que tuvo informes de que esa misma mujer acusó en el pasado a un hijastro por violación, con lo cual logró que lo condenaran y, luego, despojarlo de la casa que había heredado del padre.
Sobre Fernández, expresó que lo conoció en un coro y también porque en varias ocasiones le pidió trabajo e incluso un préstamo de ¢7 millones, que nunca le otorgó.
"Era una persona ambiciosa porque quería trabajar para ayudarle al papá. Él tenía desesperación por el dinero", agregó.
Según Delgado, los jóvenes se vieron motivados por la prensa a denunciarlo a partir de agosto del 2002, cuando se publicó que él había sido extorsionado y había pagado ¢12 millones.
Acusó a los medios de urdir "una campaña malsana y mal intencionada (...) Les interesaba vender y nunca respetar el derecho y la dignidad".
El debate continuará hoy.