
“Mi hija fue una mártir de las agresiones de su esposo pero soportó en silencio todas las humillaciones”.
Estas palabras fueron repetidas en varias ocasiones ayer por Vera Mora Quirós, de 52 años, madre de la asistente judicial asesinada, Maureen Hidalgo Mora, durante su comparecencia en el Tribunal de Juicio de San José.
Este tribunal juzga al exdefensor público Luis Fernando Burgos como supuesto homicida de Hidalgo, de 28 años.
El relato de Mora, cargado de dolor y llanto por la ausencia de su hija, fue suspendido en varias ocasiones por los jueces para dar tiempo a que la señora pudiera continuar con la declaración.
En el juicio también se juzga por supuesto encubrimiento a la exfiscal Zulay Rojas quien reconoció el lunes ante los jueces que Burgos le confesó el crimen y le pidió ayuda para deshacerse del cuerpo, a lo que ella se negó.
Cadena de agresiones. Sin precisar fecha, Mora relató que un sábado, meses antes de que su hija se casara, Maureen llegó llorando a la casa porque Burgos le había lesionado el cuello y destrozado el teléfono celular.
Contó que a las pocas semanas Maureen se comunicó con su padre, don Miguel Hidalgo, y le pidió que la recogiera en el Parque de La Paz, en Desamparados, porque “Luisfer la había golpeado”.
Según la testigo, desde aquel día Maureen y el acusado se separaron por un corto tiempo.
Mora añadió que Burgos le pidió que intercediera para que Maureen regresara con él. “Le dije que a las mujeres nos gustan los mariachis y que se los llevara a mi hija. Ahora me arrepiento. Si no le hubiera dado ese consejo ella estuviera viva. Esa noche el llegó con los mariachis y se reconciliaron y empezaron preparativos de la boda.
“Como las agresiones continuaron, le aconsejé a Maureen que no se casara pero no hizo caso”, dijo.
La testigo aseguró que Burgos no le permitió ayudar a su hija en los preparativos de la boda que se realizó el 16 de julio del 2005.
Según Mora, el matrimonio no iba bien. A su hija se le veía incómoda y triste pero cuando le preguntaban, bajaba la mirada.
Aseguró que Burgos no le permitía a Maureen visitar a la familia y que a ellos (los padres) Burgos les prohibió visitarla.
La muerte. Mora declaró que vio a su hija la última vez con vida el lunes 10 de julio del 2006, cuando estuvo en su casa. La joven se retiró a eso de las 6:30 p. m. de la casa y su fue para el apartamento.
Añadió que el martes 11 llamó a su hija varias veces por teléfono para recordarle que tenía una cita médica pero no respondió.
El miércoles recibió una llamada de Burgos quien le pregunto si Maureen se había quedado en la casa el martes y ella le dijo que sí porque creía que había un disgusto entre ellos.
Dijo que Burgos les pidió no hacer comentarios de la desaparición de Maureen a la Policía ni a los periodistas.
Incluso les aseguró que Maureen estaba secuestrada y que él pagaría un rescate.
El cuerpo sin vida de la asistente judicial apareció el 16 de julio en un barranco de Concepción de Atenas.
Mora narró que durante la vela Burgos se le acercó y la abrazó. “En ese momento sentí angustia. Pensé que eran las mismas manos que le habían hecho algo a mi hija”, declaró la mujer.