Poco después de las 8 a. m. del lunes 4 de julio del 2011, la niña Martha Luz Borbón Monge, de 10 años, se despidió de su madre. Ella vivía en una casa ubicada dentro de una finca agrícola en Pilar de Cajón, de Pérez Zeledón.
Era el primer día de las vacaciones escolares de medio año. La menor aprovecharía para visitar a una tía en las Juntas de Pacuar, a unos 13 kilómetros de distancia. Para llegar debía caminar sola un kilómetro por el callejón de la finca, hasta una parada y ahí tomar el autobús.
Sin embargo, Martita como la conocían, nunca llegó a su destino. Ella desapareció. Ese lunes en la tarde su familia la buscó. Luego se sumaron vecinos y horas más tarde oficiales de la Fuerza Pública, voluntarios de la Cruz Roja y agentes del Organismo de Investigación Judicial (OIJ).
Fue hasta la mañana del miércoles 6 de julio que encontraron el cuerpo, a la orilla de una quebrada, a 400 metros de su casa. Se trató de un homicidio “muy cruel”, según dijeron las autoridades, por las condiciones en que estaba el cadáver.
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Martita era estudiante de cuarto grado de la escuela de El Pilar, habitaba con su madre Ellicel Monge Marín y su padrastro. La familia era de muy bajos recursos económicos. La niña fue sepultada el viernes 8 de julio del 2011 en el cementerio de Pilar.
Nueve años y cinco meses después del asesinato, el expediente investigativo se encuentra en archivo fiscal. Está ahí desde el 2016, debido a que tras culminar la pesquisa, no se logró determinar una posible persona imputada, comunicó la oficina de prensa del Ministerio Público.
“En esa condición no significa que se cierra la investigación. La orden que se dio es que la Policía sigue investigando en espera de que en algún momento se tengan pruebas o alguna otra situación que permita eventualmente vincular a una persona”, añadió Édgar Ramírez, fiscal adjunto de Pérez Zeledón.
Interceptada en el camino
La pesquisa por el crimen de Martha Borbón dejó claro que ella fue interceptada por una o varias personas en el callejón de la finca. El lugar era solitario. No hubo testigos, ni se pudo determinar el sitio en el cual asesinaron a la menor.
La Policía no encontró rastros de sangre a pesar de que la niña presentaba varias heridas provocadas con una arma blanca.
El fiscal Édgar Ramírez, al recordar pormenores de la investigación, dijo: “Este homicidio nos marcó mucho aquí en la Fiscalía. Fue un homicidio atroz. Ella se encontró a la orilla de una quebrada. El cuerpo se encontró mutilado en sus partes íntimas y las nalgas. El cuerpo fue lavado, para borrar cualquier tipo de rastro.
“Fue un caso muy particular. El escenario del crimen era un sitio abierto. Se trajo a especialistas en Biología Forense. Se trabajó con luminol y se encontraron muy pocas muestras de elementos pilosos. Fue lo único que se encontró. No hubo testigos presenciales.
“Cuando pasa eso (el crimen) se tuvo a varios sospechosos. Se les mandó a comparar los elementos pilosos. Lamentablemente la respuesta de Biología Forense fue que la muestra no era apta para hacer comparaciones. Era insuficiente. No pudieron determinar a quién pertenecía. Ese era el único indicio que teníamos”.
Entre los sujetos que en aquel momento se tuvo como sospechosos del crimen estaba Jairo Díaz Aragón (quien también se hacía llamar Delvis Sevilla Bonilla). Era un peón agrícola de origen nicaragüense que un año antes del crimen fue investigado por la Fiscalía de Pérez Zeledón por dos delitos de abuso sexual agravado contra dos menores de edad. Los delitos ocurrieron en la comunidad de Cajón y se tramitaron en el expediente 10-002525-219-PE.
Pocos días después del crimen de Martha Borbón, Díaz Aragón desapareció.
Sin embargo, este nombre reaparece en círculos policiales el 29 de mayo del 2015, cuando fue señalado como el principal responsable de matar a Ramón Suárez Espinoza, de 50 años; su esposa Haydeé Miranda Salmerón, de 33; y los hijos de esta pareja, un niño de 11 y una niña de 9 años, en un rancho en una finca cafetalera en Copey de Dota, San José.
El asesino se ensañó con la niña de 9 años, que tenía una profunda herida con arma blanca desde la garganta hasta la vagina, lo que dejó expuestas las vísceras, e incluso bebió su sangre.
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Díaz, de 49 años, fue detenido en Dota el 4 de junio del 2015, en la casa de su compañera sentimental. La mujer lo delató por esos crímenes y fue sentenciado. Aunque la condena fue de 121 años de prisión, el máximo que descontará será 50 años.
La compañera sentimental, en la declaración que rindió a la Fiscalía, mencionó que Díaz también estuvo involucrado en el crimen de una niña, ocurrido años antes en Pérez Zeledón.
Un exinvestigador del OIJ, quien conversó con La Nación bajo la condición de que se reserve su identidad, dijo que, al conocerse ese detalle, retomó la pesquisa del crimen de Martha Borbón y recorrió la zona del asesinato cerca de cinco veces, entrevistando a vecinos y familiares. En esa ocasión pudo determinar que para el 4 de julio del 2011, Jairo Díaz estaba trabajando en una finca en Pilar y que ese día, al llegar a laborar, el patrón le comunicó que estaba despedido.
“Eso fue como entre 8 a 9 de la mañana. Lo que presumo es que de regreso a su casa él se topó o vió la chiquita sola y la atacó, porque él vivía a unos 200 metros de donde apareció el cuerpo.
“Otra cosa que a mí me intrigó mucho fue que en el sitio donde apareció el cuerpo ya nosotros habíamos pasado buscando por ahí y el cuerpo no estaba. Para mí, el cuerpo lo tenía metido en la quebrada y él en algún momento lo sacó. Nosotros fuimos a la casa de él. Hicimos pruebas de luminol, pero no aparecieron rastros de sangre. Claro, todo eran pruebas circunstanciales, no había pruebas directas”, dijo el exagente judicial.
Por su parte, el fiscal Édgar Ramírez señaló: “Propiamente para el caso de Martita no pudimos tenerlo como sospechoso ni a él, ni a ninguno de los otros porque la única prueba directa que teníamos para poder vincularlo no nos permitía, desde el punto de vista forense, hacer la comparación de ADN”.
El fiscal insistió en que la investigación está abierta en espera de que en algún momento se tengan nuevos elementos de prueba.
“Lo que pasa es que yo sinceramente lo veo un poco difícil. Primero el lugar era muy solo. Lamentablemente ella recorre el camino y nadie vio nada. Nadie la vio caminando. En este caso podemos presumir que el móvil fue la violación, pero la mutilación del cuerpo nos nos permite establecer si hubo desgarre o no del himen. A ella le cortaron la vagina y le cortaron las nalguitas.
“No lo podemos señalar jurídicamente o procesalmente, pero indiscutiblemente tuvo que ver con la muerte de Martita”, concluyó el fiscal.