El pasado 26 de febrero se cumplieron 10 años del homicidio de José Luis Monge Sandí ( Tres Pelos) y con ellos venció el plazo para llevar ante la justicia al asesino.
Ese día también comenzó a correr el plazo dado por Carlos P., un misterioso informante que ofreció revelar la identidad del homicida cuando el caso prescribiera.
Para sustentar la oferta, el desconocido entregó a la Policía -a finales de 1996- casquillos del arma que mató a Tres Pelos, cuyo apodo conoció el país a raíz de las investigaciones por la muerte de siete mujeres en la Cruz de Alajuelita (6 de abril de 1986).
Carlos P. se atribuyó el asesinato de Monge y lo justificó como "un servicio al país", según dijo en una llamada a la Policía.
Callaron. Los agentes de la Policía Judicial que tuvieron a su cargo el caso coinciden en que llegar hasta el asesino de Monge era difícil por el tipo de la víctima.
En esa ocasión, el hampa guardó silencio. No lo hizo por temor, sino porque no tuvo información. El crimen tuvo que ocurrir en un círculo muy cerrado", expresó uno de los investigadores a La Nación.
A Tres Pelos lo mataron en la noche del 26 de febrero de 1995 en un parque de la urbanización Bilbao, en San Rafael Abajo de Desamparados. Le dispararon los ocupantes de una motocicleta blanca.
"Nunca obtuvimos un rastro en concreto; el único fue el de ese informante.
" P. conocía muchos detalles del crimen, y las pruebas de balística demostraron que tuvo acceso al arma homicida", señaló el agente.
¿Tres muertes? Los análisis llegaron más allá. Esa arma, de calibre 22, también acabó con la vida de una mujer en Cristo Rey, meses antes del asesinato de Monge.
Las autoridades sospechan que también sirvió para asesinar a un indigente en Cristo Rey.
En este último caso, la bala recuperada quedó en tal condición que no pudo someterse a comparaciones en los laboratorios.
"(El asesino de esas dos víctimas) llamó a las personas por su nombre y les disparó. En el caso de Tres Pelos , nadie aportó algo relevante", señaló otro agente.