
Un expastor evangélico mató de un balazo a su hija y luego se suicidó tras una violenta discusión por el noviazgo de la muchacha.
El caso ocurrió a las 10 a. m. en una casetilla de la parada de autobuses en barrio La Colina en Limón.
El hombre, identificado como Juan Antonio Barrera Martínez, de 53 años, falleció en el lugar. En tanto, su hija Maritza Elizabeth Barrera Vílchez, de 28 años, murió cuando era atendida por médicos en el hospital Tony Facio.
Barrera fue pastor de la Asociación Evangélica Getsemaní.
Hace dos años, por motivos personales, dejó el cargo, aunque siempre seguía asistiendo a los ritos de su congregación.
Sorpresivo. El incidente entre el padre y la hija sucedió a unos 30 metros de donde habitaba la familia desde hace unos 15 años, cuando llegaron a Limón procedentes de El Salvador.
Vecinos del lugar, que pidieron el anonimato, dijeron que vieron salir a Maritza y que se paró en la casetilla del bus.
Poco después llegó su padre, quien también se desempeñaba como taxista.
La pareja estuvo hablando unos minutos, pero los ánimos se alteraron después. Entonces, Barrera sacó un arma y disparó a la mujer por detrás de la oreja izquierda.
Posteriormente, el hombre se disparó en la sien derecha.
Yury Manuel Alvarado, socorrista de la Cruz Roja, dijo que, al llegar al lugar, encontraron al hombre fallecido, quien presentaba exposición de la masa encefálica.
En tanto, la mujer se encontraba muy delicada, inconsciente y con signos vitales muy bajos.
Alvarado agregó que la llevaron al hospital Tony Facio, donde perdió la vida cuando se la atendía en la sala de emergencias.
Efectivos de la Fuerza Pública localizaron, cerca del cuerpo del hombre, un arma de fuego del calibre de nueve milímetros.
Vida religiosa. Juan Antonio Barrera era un marinero salvadoreño que en uno de sus viajes visitó Limón, ciudad que le gustó tanto que la escogió como residencia.
Barrera se integró a la Asociación Evangélica Getsemaní, donde comenzó a estudiar hasta ser designado pastor.
Aunque en octubre del 2004 se retiró por asuntos personales, su esposa y su hija siguieron asistiendo al centro que la asociación tiene en barrio Envaco.
Empero, Barrera siguió en la misma congregación, pero asistía a los ritos religiosos que se celebraban en Limoncito.
Su esposa era la directora de la Escuela Cristiana Fundación Piedad, que la Asociación Evangélica tiene en barrio Envaco.
Su hija, Maritza, cuando salió de su casa, se dirigía para participar en la escuela dominical, que comenzaba a las 10:30 a. m.
Armando Alcázar Durán, integrante de la Asociación Evangélica, explicó que agradece a Barrera haberlo sacado de las drogas.
“Ayudó a muchas personas. Era una persona tranquila, pero le había dicho a su hija que terminase la relación con el novio porque, decía, no era conveniente para ella”, concluyó Alcázar.
