
Sentado frente a los agentes judiciales, Erlyn Hurtado Martínez bajó su mirada y se mostró retraído cuando le preguntaron si asesinó a siete personas, entre la tarde del martes 8 de marzo -el mismo día de su cumpleaños- y la noche del día siguiente, en el Banco Nacional de Monteverde.
Entonces, lo negó con un gesto. Aseguró que no fue él, que fue "el otro". Luego se volteó y revisó la herida que todavía tenía viva en su brazo derecho.
Se mostraba sereno y callado, a veces parecía asustado.
La imagen que guardan de él sus familiares y conocidos es como alguien servicial, incapaz de hacerle daño a nadie.
Se refieren al mismo hombre que protagonizó uno de los hechos más sangrientos en la historia reciente del país.
Tomó como rehenes a 33 personas, hirió a 17, le habría quitado la vida a siete y de ellas, a tres, las habría rematado, dice el OIJ.
Durante las 28 horas que estuvo dentro del banco, Hurtado hizo creer a la policía que estaba con otro asaltante, pero fue un ardid ya que sus otros dos compañeros cayeron abatidos al entrar.
Con el fin de conocer más a fondo sobre quién es este hombre, La Nación indagó en expedientes, revisó testimonios y conversó con al menos una decena de personas que en algún momento estuvieron o hablaron con él.
¿26 años? Erlyn Hurtado nació en Pueblo Nuevo de Wiwili, departamento de Estelí, Nicaragua, el 8 de marzo de 1979, aunque en sus documentos se registran años diferentes para su nacimiento, lo cual no permite saber con certeza cuál es su edad real.
Al verlo no parece superar los 22 años. Mide un metro y 62 centímetros, es delgado, de tez clara, pelo castaño oscuro ondulado y ojos color miel.
De niño, recuerda su madre, Albertina Martínez Rivera, le gustaba el béisbol, era quieto y solo se rebeló para no ir a la escuela, por eso no sabe leer ni escribir.
Aprendió a trabajar la tierra y a ganarse su comida. Su familia era pobre y la situación se agravó cuando a su padre, Horacio Martínez, lo mataron los sandinistas en la década de los años ochentas.
La hermana de Erlyn, Maritza, se pregunta si eso traumó a su hermano, "el loquillo" , como lo llama.
Quinceañero. Pocos años después de la muerte de la cabeza de la familia, el hermano mayor, Santos Agenor, quien se presume lideraba la banda de asaltantes, abandonó su casa y cuando Erlyn tenía 15 años, lo convenció de que se viniera a Costa Rica en busca de mejor vida.
Su otro hermano de madre, Santos Marjorie, se fue de la casa a vivir con su padre a los 10 años.
Erlyn tiene tres hermanos, una vive en el país, los otros con su madre en Nicaragua. Los demás han fallecido, dos de ellos en el asalto.
El primer registro que hay en el país de Hurtado data de 1997, cuando recibió atención médica en Puntarenas por una mordedura de serpiente en su mano derecha.
En 1999 se acogió al régimen de excepción migratoria que permitió que nicaragüenses ilegales pusieran a derecho su estatus migratorio. Presentó una declaración jurada de que no tenía antecedentes criminales y obtuvo su residencia.
Según los registros, su estatus venció el 16 de febrero del año pasado y no lo renovó.
Cuando arregló su situación migratoria, adujo que estaba aquí desde 1995. Para esa época vivía en La Garita de Alajuela. Luego registró una dirección en la "Perfumería La Suerte", que no se precisa.
Aquí, vivió como un nómada. De finca en finca, de casa en casa. Cogió café en Turrialba y últimamente en Tacares de Grecia.
Además, trabajó como guarda en Puntarenas y Alajuela y aprendió a reparar electrodomésticos.
A sus conocidos, en barrio San José de Alajuela, donde vivía recientemente, les arregló el televisor, la licuadora, incluso, el día que lo detuvieron, una vecina esperaba que le reparara la lavadora.
Son sus vecinos quienes lo catalogan como un hombre servicial, casero, que le gustaba "tomar" pero nunca estuvo envuelto en ningún escándalo por la bebida.
El "chirrite" era su bebida favorita, cuenta Francisca, su compañera sentimental, con quien procreó un niño de seis años. El pequeño vio a su padre en la televisión y gritó: "¡Miren, ahí está Erlyn!". Era el momento de su captura. Pero Francisca no se preocupa pues dice que en todo caso Erlyn no tenía una relación cercana con su hijo, pues con ellos solo vivía "por temporadas".
El resto del tiempo no sabe qué se hacía. "Usted entiende, vivíamos juntos pero no revueltos", dijo ella, quien reconoció que tampoco le preguntaba mucho.
"Erlyn hablaba poco", recuerda su madre, quien lo veía cada año. La última vez fue en octubre cuando llegó para pasar unos días. Pero nunca le dijo qué hacía aquí, ni que tenía un hijo.
A su hermana -aunque vivían cerca- tampoco le contaba de su vida. Se relacionaba más con una sobrina, quien lo llevaba a una iglesia cristiana. Hace dos años fueron a visitar a un pastor y le pidieron que orara por Erlyn.
La banda. Esas temporadas durante las cuales Erlyn se ausentaba de su casa, vagaba entre fincas donde trabajaba. También aprovechaba para reunirse con sus hermanos, sobre todo con Santos Agenor, el más cercano.
Ahí se convertían en la "banda de la montaña", como los identificaba la policía que les seguía la pista. El primer golpe lo habrían dado en enero del 2004, cuando mataron a un pulpero en Atenas.
El grupo es calificado por la policía como violento y anárquico. Actuaba cuando necesitaba dinero y una vez que se le terminaba, daba el siguiente golpe.
Los hermanos aprendieron a manejarse en la montaña desde niños, en Nicaragua, y más adelante se adentraban en el sector de "La Ñoca", cerca de la frontera con Costa Rica, donde también se presume que se instruyeron en el manejo de armas pesadas.
Y así lo demostró ese fatídico 9 de marzo, cuando Erlyn cargó y descargó una ametralladora AK-47 en cuestión de segundos frente a un escuadrón élite de la policía.
Lo hizo poco antes de entregarse, tras 28 horas de horror que todavía le atormentan el sueño a las víctimas de Monteverde. Pero Erlyn sigue negando la matanza.