“Me considero una persona humilde, trabajadora y honrada, que nunca ha enfrentado el más mínimo problema con la justicia. Cursé hasta el sexto grado de la escuela, por lo que no tengo la preparación ni la experiencia, menos la habilidad para enfrentar un problema como el presente”.
Ese texto consta en una carta escrita a la Fiscalía por Alexander Salamanca Segura, quien fue uno de los sospechosos del crimen de su vecina, Josebeth Retana Rojas.
En el documento, con fecha 19 de junio del 2006, Salamanca insta al Ministerio Público a concluir la investigación para que “acredite plenamente (su) inocencia y así finalizar este drama y con ello llevar paz a la familia”.
Para el fiscal del caso, Luis Soto, las pruebas fueron insuficientes para identificar al responsable del crimen de la menor. Esto, sin duda, trajo paz a quienes figuraron como sospechosos del crimen: el vecino y Maribel Retana Rojas (madre).
Por un lado, hubo tres testigos que ubicaron a Salamanca en el mismo tramo donde Josebeth fue vista por última vez. Uno de ellos dijo que el agricultor portaba un machete y un saco debajo de la axila antes de entrar a la finca de palmito de pejibaye.
Sin embargo, la Fiscalía señaló que la prueba pericial redujo esa participación del amigo de la familia y, a su vez, creó sospechas con respecto a la participación de la madre en el homicidio de la niña.
De las pericias científicas se concluyó que de los vellos púbicos encontrados en el jeans (que le regalaron a la niña), en su área púbica y en la blusa escolar, no se descartó que los pilosos provinieran de Retana (los dos primeros) y de Salamanca (el último).
No obstante, para la Fiscalía hubo confusión al determinar las razones por las cuales esos vellos púbicos llegaron a la niña. Esto porque pudieron haberse transferido en la propia casa de la menor.
Incluso, los rastros de sangre hallados en una espina de pejibaye que Josebeth tenía cerca del ano, podían provenir de Maribel u otros miembros de la línea materna, según el análisis de fluidos.
De las pericias tampoco se pudo determinar la presencia de huellas en el saco, cuadernos y demás evidencia.
“Se establece que los indicios existentes son insuficientes y en honor al Sistema de Derecho que nos cobija, lo procedente es archivar la causa”, añadió Soto.