Marilyn Chacón creció en una pequeña casa de madera en San Juan de Dios de Desamparados. Sus vecinos, quienes han vivido en el barrio por más de 40 años, la recuerdan desde que era niña, corriendo por las estrechas calles de la comunidad. Con cariño la vieron crecer y formar su familia, junto a sus tres hijos.
Este lunes, un silencio desolador inunda esas mismas calles. Globos blancos y negros guían el camino hasta la casa de Marilyn, donde ella y sus pequeños murieron en el mortal incendio que arrasó con su hogar, pasadas las 5 a. m. del domingo.
Bomberos calificó el incendio como el de mayor letalidad en menores de edad en los últimos nueve años. La última vez que murieron tres menores en un siniestro similar fue en 2016, en Santa Cruz de Guanacaste, donde también falleció su abuela.
Marilyn cumplió 33 años en abril. El año anterior había terminado el bachillerato y estaba aprendiendo inglés, a la vez que se preparaba para presentar los exámenes de admisión a la universidad. Su meta era salir adelante y, al mismo tiempo, garantizar un mejor futuro a sus tres hijos, todos menores de 12 años.
Kristell, de 3 años; Keylor, de 6; y Kendall, de 11, vivían con ella. Cada mañana, Marilyn los alistaba y caminaba junto a ellos hasta la escuela, por la tarde, volvía para recogerlos. No se separaba de ellos, narran sus vecinos.
Hasta hace dos meses, Marilyn vivía en una casa de concreto, a pocos metros de la vivienda donde pasó su infancia. Sin embargo, su situación económica se deterioró y, en medio de un proceso de separación, se vio obligada a buscar otro lugar donde vivir, según confirmó su primo Bryan Chacón a La Nación.
El domingo, poco después de conocerse el saldo que dejó el siniestro, trascendió que el padre de los niños, Andrés Guillén, es policía en la Delegación de Tres Ríos, en Cartago. La Fuerza Pública compartió en su perfil de Facebook una esquela donde lamentaba los fallecimientos y daba muestras de apoyo a su trabajador.
De acuerdo con vecinos en la zona, consultados por este medio, en apariencia el hombre era agresivo y tenía varios meses de no vivir con con Marilyn y los niños. Por su parte, el departamento de prensa del Poder Judicial confirmó a La Nación que Guillén registra un proceso en su contra en el Juzgado contra la Violencia Doméstica y Protección Cautelar de Desamparados. Este medio intentó contactar a Guillén; sin embargo, no hubo respuesta al cierre de la nota.
La nueva vivienda que encontró Marilyn se ubicaba a tan solo 25 metros, sobre la misma calle, en la tercera planta del Bazar La Bendición, una pequeña tienda que los vecinos describen como la pulpería del barrio. Allí residía en una estructura rodeada por láminas de zinc.
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El único acceso al cuarto de la familia era una angosta escalera, situada a un costado del negocio.
“Es increíble lo que pasó, en un momento se le va la vida a uno”, lamenta entre lágrimas José, un vecino de la familia, quien vive en el barrio desde hace 40 años. Él prefirió resguardar su identidad. Hace una semana, recuerda, los niños estaban jugando en la calle. “Estaban contentos”, añadió.
José recuerda a la joven como una excelente madre que, además, cuidaba de su propio hermano, de tan solo 12 años. Según cuenta, era común que el niño también durmiera con ella y sus tres hijos para poder ir a la escuela. Ese día, no se quedó en la vivienda. “La tragedia pudo haber sido mayor”, afirma.
“¿Usted sabe morir uno quemado?“
La llamada de emergencia ingresó a las 5:47 a. m. del domingo y el Cuerpo de Bomberos desplegó ocho unidades al sitio, entre ellas, unidades extintoras, de rescate y un tanquero.
La estructura afectada por las llamas tenía una dimensión aproximada de 250 m², de los cuales 170 m² fueron consumidos por el fuego. La principal hipótesis que maneja el Cuerpo de Bomberos es que las llamas ocurrieron debido a una falla eléctrica.
Diana tiene 37 años de vivir en San Juan de Desamparados y 7 años de residir en la casa al lado de la pulpería. Aunque prefirió no exponer su nombre, contó que Marilyn era la madrina de una de sus hijas y ambas se se conocían desde la infancia.
La mañana del domingo la gata que vive en su casa quería salir, así que una de sus familiares se levantó y abrió la puerta de la casa. Entonces, percibió un atípico olor a humo y despertó al resto.
Al salir, recuerda, levantó la mirada y el humo ya salía por las ventanas y entre las láminas de zinc.
“Marilyn estaba pegada a la ventana. ‘¡Salga!’ le grité yo. Me decía: ‘¡ayúdeme!’. Por más que quisimos no se puedo", lamenta.
“Si había posibilidad de que mandara a los chiquitos por el techo y tal vez salirse ella, pero es que no encontraba a los chiquitos. El humarascal no la dejó. Ella pedía ayuda”, manifestó.
De acuerdo con su relato, en medio de la emergencia, la mujer llamó a su madre y le manifestó que no podía encontrar a la menor de sus tres hijos, Kristell, quién apenas el 2 de agosto cumpliría cuatro años.
“El fuego fue demasiado rápido, se encendió como una caja de fósforos”, lamenta.
En cuestión de minutos varios vecinos llegaron al sitio, entre ellos José, quien recuerda haber visto la casa envuelta en llamas alrededor de las 5:50 a. m. Subió al techo para intentar rescatar a los niños y remover las láminas para abrir una ruta de escape, pues el fuego, que aparentemente se había originado en el primer piso, donde operaba la pulpería, bloqueaba la única salida del complejo de habitaciones.
Según informó el Cuerpo de Bomberos, en la misma estructura, detrás de la pulpería, vivían dos adultos más que lograron escapar. Presentaban ansiedad y crisis nerviosa, por lo que fueron atendidos en el lugar y no requirieron ser trasladados a un centro médico.
La familia no corrió la misma suerte. Cuando el personal de Bomberos logró abrir la puerta de la habitación, los cuatro estaban sin vida.
“(Marilyn) Siempre desconectaba todo. La ducha, siempre me decía, ‘yo desconecto todo’. Todo lo dejaba desconectado. Me decía: ‘¿Usted sabe un incendio, morirse uno quemado?’ Son cosas del destino. Así le tocó. (...) En este barrio nunca se ha vivido una cosa así, nunca imaginamos que se fueran a morir así“, dice Diana con la voz cortada.
Bryan Chacón, primo de Marilyn informó que, a través de ayudas monetarias, la familia ha reunido el dinero para los gastos fúnebres. Según relató, una funeraria donó los tres ataúdes de los niños y otra el de su madre. Asimismo, una persona cuya identidad no se conoce, donó los cuatro nichos en el cementerio de Desamparados.
A pesar de ello, Chacón afirma que se continúan recibiendo dádivas, pues la familia que alcanzó a escapar de las llamas se quedó sin vivienda. “Acá nunca había pasado una situación así. En el distrito sí ha habido incendios, pero de esa magnitud y ese tipo de pérdidas, nunca”, afirma Chacón.
Mientras el Organismo de Investigación Judicial (OIJ) y Bomberos continúan la investigación para establecer el origen de las llamas, la familia organiza las obras fúnebres de los cuatro fallecidos.
