:quality(70)/cloudfront-us-east-1.images.arcpublishing.com/gruponacion/XWTKYQKFOFHFNKODYAAOQY2ZKQ.jpg)
Experimentados montañistas estuvieron una semana en la fila de Matama, a la que ingresaron por Grano de Oro de Turrialba. Foto: Cortesía: J. Campos
La expedición que ingresó a la fila de Matama, Talamanca, para tratar de encontrar el avión argentino TC-48, desaparecido desde hace más de 55 años en Limón, concluyó su faena el 2 de abril, luego de alcanzar solo uno de los siete puntos planeados.
“Estuvimos en la selva por ocho días, de los cuales el mal tiempo nos afectó casi desde el día 1 y hasta el día 7. Dejó de llover cuando ya estábamos saliendo”, dijo José Campos, explorador y montañista de 52 años, quien dirigió la búsqueda que comenzó el 26 de marzo pasado.
Afirmó que el clima fue terrible, pues había lluvia, viento, frío, suelo embarrilado, quebradas crecidas y otros factores climáticos que, junto con mochilas de hasta 25 kilos de peso, tornaron muy lentas y difíciles las jornadas.
Luego de caminar a lo largo de 88 kilómetros de selva, durante casi cinco días a puro machete, mapa y curvas de nivel para ver por dónde pasar, a duras penas lograron llegar hasta el primero de los siete puntos.
Las siete “anomalías” o puntos inexplicables en el entorno, detectados por el radar de una asociación suiza sin fines de lucro, llamada Missing Aero, motivaron esta nueva búsqueda de la aeronave siniestrada, en la cual viajaban nueve tripulantes, cinco pasajeros y 54 jóvenes cadetes de la Escuela de Aviación Militar de Córdoba, Argentina.
El avión desapareció el 3 de noviembre de 1965, cuando volaba entre Panamá y El Salvador.
El avión TC-48 volaba sobre el Caribe y se presume que cayó a tierra limonense poco tiempo después de su despegue.
Planearán nuevo ingreso
Según Campos, en el punto de anomalía al que llegaron no vieron nada extraño en la superficie. Por la lluvia, no tuvieron tiempo de escarbar ni revisar más a fondo.
La marca del radar sugiere altas posibilidades de que un meteorito, un satélite caído o piezas sepultadas del avión argentino originen las marcas detectadas en el radar.
El equipo ya está replanteando la próxima expedición para dentro de unos meses, a la espera de un mejor comportamiento climatológico.
La ventaja es que ya tienen la ruta de ingreso establecida, conocen el tipo de terreno al que se enfrentan y otras particularidades.
Con Campos también ingresó a la montaña el baquiano German Loaiza, de 72 años, y otras cinco personas, entre ellas un indígena de la región.
Aníbal James, director de Missing Aero, había dicho al inicio de la expedición que llegar a esos puntos representaba un desafío muy grande.
En Argentina, la hija del piloto del avión desaparecido, Cecilia Viberti, lidera el colectivo llamado “TC- 48, búsqueda y memoria”, integrado por familiares y amigos de los desaparecidos.
:quality(70)/cloudfront-us-east-1.images.arcpublishing.com/gruponacion/VMUSVVCYDFAT3KQ5Y2VCOEEI6Y.jpg)
Unos 88 kilómetros de selva fueron atravesados por los montañistas en medio de condiciones climáticas muy adversas. Imagen: Cortesía J. Campos.