La búlgara nacionalizada costarricense Blagovesta Pashov Nicheva era, según sus familiares, tan organizada que dejó planeado su funeral.
Hannia Vargas, cuñada de esta mujer, quien falleció en el accidente de Cinchona, comentó que ella les había dicho a sus hijos que la cremaran y luego enviaran sus cenizas a Bulgaria, país donde está sepultada su madre, Banka Nicheva.
“Todo esto (el sepelio) lo dejó pago. Todo. Mis sobrinos ya saben qué tienen que hacer. Se le hace la misa aquí (Costa Rica), pero tienen que viajar para cumplir con el último deseo de su mamá”, aseguró la cuñada.
Desde hace más de 50 años, Pashov Nicheva empezó a relacionarse con Costa Rica.
En su país natal, ella conoció a un costarricense, quien, en 1967, se convirtió en su primer esposo. Con él, compartía hasta la profesión: la Veterinaria.
Vivieron un tiempo en aquel país, pero cinco años después del matrimonio, decidieron comprar un boleto que los trajera a Costa Rica. Ellos ya tenían un hijo.
En suelo tico, Pashov tuvo otro hijo y se convirtió en la primera profesora de Veterinaria del país. Ella dio clases en la Universidad Nacional (UNA), de donde era pensionada.
Pero también encontró la muerte en nuestro territorio: es una de las 12 víctimas del bus accidentado este jueves en Cinchona, Alajuela. En ese vehículo viajaban 29 jubilados de ese centro universitario, más el conductor.
‘Corazón de oro’. Por su forma tan genuina de ser, Pashov supo ganarse el cariño de los ticos que la rodearon desde su arribo al país.
Según recordó Hannia Vargas, la búlgara era “maravillosa”. “Tenía un corazón de oro. Ayudaba a todas las personas, no se enojaba por nada, daba gusto hablar con ella porque sabía mucho”, agregó su pariente, quien asistió a un homenaje que se realizó ayer a los fallecidos en el Salón de Exrectores de la UNA.
En 1973, mientras Pashov fortalecía los lazos con la familia de su esposo, llegó una noticia que alegró corazones: esperaba a su segundo bebé.
“Me acuerdo que la llegada de mi segundo sobrino nos llenó de felicidad. No sabíamos ni qué hacer”, contó.
Y lo que hacía más feliz a la familia era que Pashov, además de ser una gran persona, era muy organizada.
“Sabíamos que a mis sobrinos no les iba a faltar nada, porque ella planificaba todo, tanto en lo personal como en lo financiero”, comentó Vargas.
Caritativa. La vida de Pashov, como cualquier otra, tuvo altibajos. Según el Tribunal Supremo de Elecciones (TSE), ella se divorció de su esposo en 1993, después de 26 años de matrimonio.
No obstante, un año después, volvieron a casarse, para separarse definitivamente en el 2002.
Pese a la situación, la relación entre ellos era “casi perfecta”, detalló Analía Coto, otra familiar.
“Cada cumpleaños de sus hijos, ellos se reunían y lo celebraban. Se hablaban y se querían mucho. No se guardaban rencor, tenían un contacto muy sano y respetuoso”, agregó Coto.
Tras esa separación, Pashov se mudó a El Coyol de Alajuela. Ahí vivía sola y, desde ese momento, se dedicó de lleno a hacer obras de bien social.
Ya estaba jubilada, así que comenzó a hacer giras a distintos lugares con la Asociación de Funcionarios Universitarios Pensionados.
“Ella era muy caritativa, le encantaba hacer el bien y encontró un grupo de gente con sus mismas características”, agregó.
También participaba en retiros espirituales y en cursos de meditación.
Última gira. La cuñada contó que ese último paseo de un día a la reserva indígena en Guatuso fue planificado semanas antes y que Pashov estaba muy emocionada. “Ella nos habló de esa gira con mucha ilusión”, recordó Vargas.
Sin embargo, la tragedia interrumpió la gira y este viernes se realizó un homenaje a las víctimas en la UNA.
En el Salón de Exrectores de ese centro universitario, estaban los cuerpos de Pashov, Jesús Hernández, Carmen Arce, Nidia Zamora y Jeannette Arce.
El sitio estaba a reventar, decenas de personas llegaron para dar el pésame a los familiares.
Entre los asistentes estaba una sobreviviente de la tragedia, Myrna Patterson, quien se acercó a darles el último adiós. Ella prefirió no dar declaraciones.
En medio del homenaje, el rector de la UNA, Alberto Salom, anunció que realizarán una “gran recolecta de víveres” para llevarla a la comunidad indígena Maleku, en Guatuso, Alajuela.