Un negocio ambulante, con una mínima emisión de huella de carbono, que combina la pasión por las bicicletas y el gusto por el buen café. Así de simple es Bici Barista Café, un proyecto que, más que un empleo, refleja una visión de vida.
Mariano Marinoni es la mente maestra de la propuesta. Según comenta, la idea llegó a concretarse a finales del 2015, luego de 10 meses de planeación y construcción de su versión de bicicleta de carga tipo holandesa.
No se trata de cualquier bicicleta. Ésta se convierte entre las 6 a.m y las 2 p.m en la cocina y punto de venta de deliciosos cafés chorreados y molidos a mano.
Cada mañana viaja desde San Francisco de Dos Ríos con todo lo necesario para emprender su negocio frente al Instituto Nacional de Seguros (INS), en San José. Ahí, junto al quiosco de galletas y el vendedor de jugos de naranja, empieza su jornada.
"Siempre paso aquí. Es un asunto de hábito. El primer día fue el más feo, no vendí ni un solo café. El negocio arrancó al segundo día, ahora vendo cinco veces lo que lograba en la primera semana", comenta el joven de 34 años, quien en apariencia se puede decir es la combinación de un ciclista y un barista.
Echarse al agua no fue tan complejo: una vez despedido del call center donde trabajaba, simplemente no era una alternativa volver a una oficina. Se dedicó por un tiempo a reparar bicicletas y luego emprendió la idea, propia de las calles estadounidenses.
"Lo que yo quería era probar que sí funciona utilizar la bicicleta como medio sustentable, es más que para el fin de semana. Es una propuesta alternativa y amigable con el ambiente", dice mientras calienta agua en una pequeña cocina de gas.
Su ideología de ayuda con el ambiente también se refleja en el grano que ofrece. Un café de exportación originario de la zona de Tarrazú que él mismo trae cada sábado luego de dos horas de "cletear".
El café de tueste oscuro, más amargo que ácido con ligeros tonos chocolatosos hacen de su producto un ejemplar de primera calidad, añadido al método de goteo que genera un sabor más limpio y balanceado en cada vaso.
Sus productos son lo que llama su propio café. Asegura que mezcla sus conocimientos, su espacio y materia prima para generar opciones de primera calidad y con precios accesibles.
(Diana Méndez)
Por ahora Marinoni vende hasta acabar los cerca de 12 litros de agua que transporta a diario, cerca de 48 vasos.
"Yo diría que podría vivir de esto mejor que el que maneja UBER", dice mientras hace malabares contra el viento.
Fotografías: Diana Méndez.