
No era fácil ser amigo de Chanel. Que lo digan los diseñadores Paul Poiret y Elsa Schiaperelli con quienes compartía el gusto por la moda… y la enemistad. Coco Chanel no era una mujer fácil y sus diseños “eran tan vanguardistas como ella”, dice el libro Fashionista, Century of Style Icons.
Le propuso a las mujeres atuendos minimalistas en lugar de aquellos corsé ajustados que ya de por sí Paul Poiret había eliminado de las camisas y vestidos. También propuso pantalones, mucho más modernos de los que Amelia Bloomer había creado en el siglo XIX como parte de su discurso feminista.

Eso la hizo famosa. Eso y el estar en contacto con altas esferas sociales en las que ella podía dar a conocer sus tendencias y sus razones para inculcar un cambio.
“Ella va a tener una perspectiva diferente porque su estilo de vida era muy codiciado. Chanel tenía contacto con las clases altas para popularizar sus ideas y una ética de trabajo muy fuerte”, afirma Ángela Hurtado, historiadora de moda.
Fue la diseñadora francesa que tomó el jersey y de tela de ropa interior masculina hacía camisas y vestidos.

“Ella hizo de algo barato, algo caro y con estilo. Empezó haciendo sombreros y luego otras prendas”, describe el diseñador. Además, fue quien en la década de los 50 revive su casa de moda para volver a proponer a las féminas trajes simples que encajaban perfectos a la silueta sin necesidad de hacer tan marcada la figura del reloj de arena como Christian Dior lo proponía con su “New Look”.
Fue la diseñadora que sobrevivió su legado y su nombre después de la Segunda Guerra Mundial, una mujer con carácter y de la que se dice que pudo sobrepasar este acontecimiento histórico por el apoyo que dio a los nazis. Aunque ese es un tema que la modista se llevó a la tumba y son pocos los que han tratado de averiguar cuál fue su papel en la famosa Operación Modellhut.